No quiero que acabe este mes de su fallecimiento -aunque hay algo enrocado, más bien poco la verdad-, sin iniciar al menos una reseña in memoriam de quien ha sido durante mucho tiempo fuente y referente de inspiración escéptica para muchos.
Así que con un
injustificable retraso de diez días le pongo negro sobre blanco lo que ya no es
una novedad, el fallecimiento con 92 años de edad, el pasado martes 20 de
octubre, del mago de escenario, ilusionista, escritor, escéptico y azote de magufos
canadiense-estadounidense James Randi (1928-2020). Un hombre cuya vida
fue del todo excepcional, ya desde sus primeros años. Juzgue usted mismo.
Adolescencia, accidente de bici y magia
Nacido en Toronto fue
un niño peculiar que lo cuestionaba todo, se aburría en la escuela y del que sus
maestros decían que iba muy adelantado en comparación con sus compañeros, vamos
lo que dice un niño prodigio en ciernes.
No es que fuera muy travieso, pero con 14 años sufrió un grave accidente de bicicleta que le obligó a guardar cama con una pierna escayolada durante algo más de un año. Una circunstancia vital que terminó por marcar su futuro pues durante esos trece meses el joven, mientras estudiaba para los exámenes escolares, devoró decenas de libros de magia y prestidigitación con el resultado más o menos esperado.
Al incorporarse al
centro educativo se saltaba las clases para frecuentar la biblioteca pública,
los museos y asistir a concursos de ilusionismo, donde ve por primera vez al
mago Harry Blackstone Sr, que vino a ser su particular caída del
caballo en el camino de Damasco, si me permiten la metáfora. El caso es que el joven
Randi queda atrapado por el mundo del ilusionismo, abandona el instituto sin
acabar la secundaria y nunca llega a cursar estudios universitarios.
Es un alejamiento del mundo intelectual académico que durará toda su vida profesional y humana, a pesar que de conocimiento, inteligencia, pensamiento crítico y humor iba más que sobrado pues poseía dosis apabullantes. No obstante en 1986 y con cincuenta y ocho años ya, recibía el ‘MacArthur Fellowship’, premio otorgado por la Fundación MacArthur como académico divulgador. Nunca es tarde.
De Zo-ran a The Amazing Randi
A cambio y sin haber cumplido
los veinte años se convierte en prestidigitador, mentalista en clubes nocturnos
locales y hasta en falso astrólogo, valga la redundancia. Le ofrecen un espacio
para hablar de magia en un pequeño periódico de Montreal y una columna de
astrología en el tabloide canadiense Midnight.
Aunque por aquellos
entonces el joven James aún no era Randi sino Zo-ran y como tal trabajó
en el Reino Unido, Filipinas y Japón, aumentando su fama y cambiando de nombre.
(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
1 comentario :
me alegro que escriba sobre el gran Randi
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