jueves, 28 de enero de 2016

‘Star Wars’: Ciencia ficción y panteísmo (1)

Para quienes así lo quieren mirar, desde sus comienzos en 1977, la saga Star Wars o Guerra de las Galaxias concebida por el cineasta estadounidense George Lucas (1944), es panteísmo.

Lo que se puede aceptar, vale pulpo como animal de compañía, si bien inmediatamente hay que decir que el suyo, el lucasiano, es un panteísmo ignaro y primario.

Un cuasi panteísmo mezclado con paganismo, mismamente como el del Imperio Romano sin ir más lejos, que ya es ir. Trato de decirles que como mensaje filosófico, el de la Guerra de las Galaxias es poco menos que un panfleto crédulo.

Una auténtica estulticia panteísta, eso sí, envuelta en un papel de mucha calidad cinematográfica. Que de eso anda sobrada.

De modo que si les gustan las aventuras de naves espaciales, y se encuentran en uno de esos días que sólo se quieren divertir, no lo duden.

Vayan a verla. Pero no extraigan ninguna enseñanza a pesar de las apariencias. No por Dios.

Sobre “La Fuerza”
Aunque vea que la archi nombrada “La Fuerza” se parece mucho a ese concepto magufo-panteísta de energía. Sí. Esa que dicen, vive en todos los seres del universo, animados e inanimados, y los mantiene conectados.

Pues aunque se parezca, no se fie. Es del todo incierto. El esotérico “rollete energético” no es más que una milonga pseudocientífica. Vean por qué.

Uno. En la ficción cinematográfica, supuestamente, “La Fuerza” es un campo de energía metafísico y omnipresente creado por las cosas que existen. Que dicho así puede colar, pero que si lo piensan es como no decir nada desde el punto de vista científico.

Nada o peor que nada.

En realidad es casi un oxímoron pues la metafísica, seguro que la recuerdan de los tiempos bachilleres, es la rama de la filosofía que estudia aquellos aspectos de la realidad que son inaccesibles a la investigación científica.

¿Se dan cuenta de la incongruencia? Si se encarga de los inaccesibles a las ciencias, entonces...

En fin que viene a ser como lo de ‘Hasta el infinito y más allá’.

Dos. Una energía les decía, que impregna el universo y todo lo que hay en él manteniéndolo unido. Pero es que esto no es cierto. Las energías ni unen ni desunen, para tales efectos están las interacciones o fuerzas.

En el campo de la ciencia, donde nacen los conceptos fuerza y energía, estos no son equivalentes. No es lo mismo fuerza que energía. He aquí lo que se dice un nexo bahiller.

Tres. Y que sea una u otra, o el ficticio binomio cinematográfico, da a los Jedi y los Sith, ya saben, sus sobrenaturales poderes.

Porque en la película, tanto los buenos como los malos, pueden controlarlo y utilizarlo con el cuerpo, para así adquirir habilidades extrasensoriales: telequinesis, clarividencia, control mental, cierta ampliación de reflejos, velocidad y otras capacidades físicas y psicológicas, etcétera.

Casi ná era lo del ojo y lo llevaba en la mano, que dijo el castizo.

Ni que decirles tengo, que no existe constancia científica alguna ni de la supuesta energía ni de los extraordinarios poderes. Ya les advertí, “La Fuerza” de La Guerra es un buen ejemplo de beocia panteísta. Incorrecta e incierta. (Continuará)





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