En ella describe su despedida como comandante de la Estación Espacial Internacional y, al final de la misma, menciona un agradecimiento al cantante, a David Bowie. Lo que está bien.
Son licencias artísticas sin la menor importancia documental, que no merecen comentario alguno.
Y de la canción original qué decir.
No solo está ya todo escrito sobre ella, sino más que escrito y, además, casi todo bien. De ahí que sólo me atreva a apuntar algunos aspectos relacionados, sobre todo, con la ciencia. Un enrocado más si me lo permiten.
Como ése según el cual, supuestamente, este sencillo musical nació de la inspiración que al cantante le produjo la visión de una película, nada menos que 2001: Una odisea en el espacio.
Sí, claro que puede ser.
Se trata de un referente, cinéfilo y novelístico, por mucho y para muchos. Una obra de culto del género de la ciencia ficción, de la que hay algo enrocado.
Empezaremos por el principio, por la película.
2001: Una odisea en el espacio, el film
Sin duda, 2001: Una odisea..., dirigida por el director estadounidense Stanley Kubrick y estrenada en 1968, marcó todo un hito y por casi todo. Lo hizo por su estilo de comunicación visual, por sus revolucionarios efectos especiales, por su realismo científico y técnico, por sus proyecciones vanguardistas, por...
De hecho, perdón si me equivoco pues les escribo de memoria, creo que recibió más de diez (10) nominaciones, llegando a ganar el Oscar de ese año en la categoría de Mejores efectos especiales.
Unos reconocimientos cinematográficos, que si se piensan, son hasta cierto punto esperables. Kubrick, como director, estaba asesorado por el afamado y conocido escritor y divulgador científico británico, A. C. Clarke (1917-2008). Enróquense si les interesa que algo hay publicado.
Y del 2001... cinematográfico al novelístico, pasando por el cuento centinela.
2001: Una odisea en el espacio, la novela
Y lo asesoraba porque en realidad, el guion de la película, está basado en un cuento suyo de unos años antes, en concreto El centinela de 1951. Fue entonces, tras el estreno de la película, cuando ocurrió un hecho que nunca antes se había dado y, creo, no se ha vuelto a dar.
Fue tal la conmoción que produjo la película en el público de la época, tanto en el cinéfilo como en el lector, que Clarke se vio tentado (obligado editorialmente, entiéndanme) a convertir el corto cuento en una novela de mayor extensión.
De modo que a toda marcha se puso a escribirla y la acabó en tiempo record. (Continuará)
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