Del continente
De entrada el título es ya toda una declaración de intenciones, al unir el anglicismo selfie con el nombre del padre de la Física Moderna ¿Jugará algún papel, en esta figura retórica de pensamiento, algunos de los dedos museísticos galileanos, que por el mundo andan?Y del subtítulo ya me contarán ustedes. Arranca nada menos que con una palabra clave -un keyword y perdonen el uso- como software, asociándola además con los adjetivos social, político e intelectual.
Si esto no es ya un atractor por sí solo, que venga Dios y lo vea.
Un título y un subtítulo que se completa con el dibujo que ya están viendo. Dos personas que se comunican en la distancia mediante un sencillo, por su construcción, y elemental, por su funcionamiento, dispositivo mecánico.
Sí, ese que de pequeños hacíamos con dos vasos de plástico, en cuyos fondos practicábamos un pequeño agujero por el que pasábamos una cuerda fina, fijándola con un nudo.
Una cuerda que pronto aprendíamos, debía estar tensa para que nuestro teléfono funcionara. Qué cosas. Pero es lo que tiene lo empírico y cotidiano, que termina enseñando.
En las personas, con la ciencia académica aprendida, coexiste una ciencia popular vivida. Una convivencia que no pocas veces termina siendo fuente de problemas para un aprendizaje significativo.
Pero no es esto de lo que les quiero escribir, sino de la ilustración de la portada de El selfie de Galileo.
A mi entender este dibujo es un más que escogido y epatante tema artístico, para representar la idea de la comunicación entre los hombres, en plena mitad de la segunda década del siglo XXI.
Un sistema mecánico de antaño para el hogaño cibernético de nuestra civilización ¿Una alegoría tal vez?
Del contenido
Porque de la evolución tecnológica que ha transformado esta civilización, es de lo que va el libro.Una panorámica selfie de nuestra modernidad, realizada de forma didascálica y entretenida porque su autor, Carlos Elías (1988), periodista y catedrático de la Universidad Carlos III, no puede renunciar a su talante divulgador.
No lo hace cuando nos cuenta cómo ha cambiado nuestra realidad con el desarrollo de la tecnología e internet, pero sin por ello abandonar el rigor expositivo.
Y en el profundo análisis con el que la acompaña deja bien a las claras que el futuro actual, como otros futuros que en el mundo han sido, pasa por el conocimiento de las matemáticas y los algoritmos.
Y aunque no es en absoluto el primero en decir algo así, ya hubo quien apuntaba la idea de que el gran libro de la naturaleza está escrito en símbolos matemáticos, lo cierto es que dicho así, no deja de sonar fuerte.
Por eso, y a modo de botón de prueba de esta afirmación, Elías compara nuestro momento científico actual con el de otras épocas históricas. Un buen recurso docente.
Me viene a la mente el paso modélico del geocentrismo al heliocentrismo, acompañado en su momento, eso sí, de una buena dosis de prudencia copernicana.
Una virtud de la que el profesor, para este asunto, no parece gozar y es que él da un paso más allá. Una nueva vuelta de tuerca al afirmar que esa dependencia de los algoritmos, no la tiene solo el futuro científico, sino que es de todos los futuros.
En su opinión, el de cualquier campo de conocimiento humano, sea éste el que sea, depende de ellos. (Continuará)
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