jueves, 19 de noviembre de 2015

Origen y uso del término gadget (y 2)

(Continuación) Y del campo de la psicología, su uso pasó al más científico de la Física Nuclear, y en particular a una de sus aplicaciones, la bélica bomba nuclear.

Hace poco comentábamos el setenta (70) aniversario de las primeras pruebas nucleares, que se llevaron a cabo en el desierto de Nuevo México. Comenzaron en julio de 1945 con la detonación de la bomba Trinity.

Formaba parte del Proyecto Manhattan que dirigido por el físico estadounidense R. H. Oppenheimer (1904-967), culminó con los bombardeos, un par de meses después, de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Con ellos que se puso fin a la Segunda Guerra Mundial.

Pues bien les cuento esto porque a esa primera bomba nuclear, en el mundillo del proyecto, se la conocía en realidad con el nombre clave de Gadget. Una especie de apodo.

Gadget en el siglo XX: Ficción literaria y cinematográfica
Pero también en el mundo de la ficción y de la ciencia-ficción del pasado siglo, fue popular nuestra palabra protagonista.

Por ejemplo, en la década de los 60, son más que conocidos estos artilugios por su vinculación con las películas de espías, en especial las de James Bond, el agente secreto 007, que los hacen muy, muy, populares.

Después vendrían las de Iron Man, el Hombre de Hierro y Batman, el Hombre Murciélago, tan necesitados ellos de sus equipos para el buen desempeño de sus salvadoras funciones superheróicas.

Qué diferencia con Superman.

Mas, aparte de los mencionados, hay otro muy destacado personaje que seguro conocen y que hizo muy popular y famoso el término. Les sitúo en el tiempo y el medio.

Inicia su andadura en 1983 y son dibujos animados de una serie de televisión. Y lo mejor. El protagonista está dotado de un buen surtido de gadgets. Claro que sí, me refiero al torpe y despistado Inspector Gadget con sus inseparables, gabardina y sombrero.

Un detective de ficción que debido a su enorme éxito pasó, de la pequeña pantalla del salón de casa, a la pantalla grande de las salas de cine, en dos (2) ocasiones. Y de todas sus aventuras recordarán el sinfín de fantásticos trebejos que salían de su sombrero y gabardina.

Cómo olvidar su linterna extensible, la mano con un paraguas (gadgetoparaguas), el destornillador eléctrico, el radar (gadgetoradar), la lupa tridimensional o el zapato con teléfono.

Antecedentes en clave de humor
En este último artilugio me paro.

En honor a la verdad hay que reconocer que el zapato telefónico lo pudimos ver con anterioridad, en una serie televisiva estadounidense de los años sesenta. En España se emitió en los 70 y llevaba por título Superagente 86.

Seguro que la recuerdan. Era una parodia de las películas y series de espías como James Bond. Su antecedente televisivo y en calve de humor.

Pero si nos aferramos a la verdad, es justo y necesario admitir que antes de ver el zapato hablador en la pequeña pantalla, los niños de la época lo pudimos ver en los tebeos, de la mano de un tal Anacleto.

Un particular y patrio agente secreto, creado en 1964 por el genial historietista cómico español Manuel Vázquez Gallego (1930-1995), para las revistas de la Editorial Bruguera.

Y no fueron pocos los dispositivos electrónicos que el gran Vázquez puso en mano de su agente, acertando por cierto con el posterior desarrollo real y práctico de algunos de ellos.

Curiosamente, en una entrevista que le hicieron para una revista, el dibujante manifestó que se había inspirado en el personaje de la serie Superagente 86, más que en Bond, James Bond.

Un espía el británico, algo más serio que nuestro Anacleto. Una condición no obstante, que no es óbice para que también tenga su ración de gadgets algo ridículos.



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