(Continuación) Una hipótesis que décadas después, el Dr. Yair Bar-El y su equipo retomaron al estudiar los expedientes de 1200 turistas que, con problemas mentales entre 1979 y 1993, se habían derivado al Hospital Kfar Shaul teniendo que ser hospitalizados 470 de ellos.
Una cifra significativa, como también lo eran algunas de las
características que acompañaban a este, en principio, general diagnóstico de
demencia temporal. Al parecer los pacientes, tras recorrer durante horas las
calles de Jerusalén, sufrían una especie de ansiedad que les hacía
identificarse con personajes bíblicos, hasta el punto de vestirse y actuar como
ellos en plena calle, eso sí, observando ciertas y curiosas regularidades. Verá.
Si eran hombres se identificaban con personajes masculinos como Moisés, el rey David o el mismo Jesús, pero si se trataban de mujeres entonces eran femeninos, lo más habitual María Magdalena o la Virgen María; en ningún caso se apreció un cambio de género o sexo entre protagonista y personaje histórico.
Y como tales los imitaban según son conocidos por las Escrituras Sagradas, pero
cada uno de ellos en función del grado de conocimiento que tuvieran de los
mismos; así que estamos ante un trastorno psicológico que ni era el mismo para todos, ni era reproducido
de igual forma pues dependía del nivel de formación religiosa del afectado. Como
también quedó demostrado que dependía de su etnia y confesión religiosa ya que,
por lo general, los creyentes judíos se identificaban con personajes del Antiguo
Testamento, mientras que el resto, creyentes cristianos, lo hacían con los del Nuevo
Testamento.
Además, de la muestra estudiada, cuantitativamente el 66% eran de religión judía, el 33% cristianos y el 1% ni siquiera poseía afiliación religiosa definida, unas cifras hasta cierto punto lógicas como lógica resulta una circunstancia temporal: la mayor incidencia de casos ocurría, precisamente, durante las semanas cercanas a la Navidad o a las Pascuas judías. Un síndrome que, si bien no está reconocido como tal en psiquiatría, sí ha sido estudiado conociéndose su sintomatología y tipología.
Dentro de la
primera se han categorizado: ansiedad o nerviosismo; deseo irrefrenable de
recorrer la ciudad en solitario; cambio de ropa por prendas blancas,
normalmente sábanas que usan como togas; obsesión con la higiene motivada por
una necesidad de pureza; deseos de gritar y cantar versos bíblicos, himnos
religiosos o salmos, o pronunciar “fervientes” sermones públicos; efectuar
procesiones hacia lugares sagrados.
Y, hasta tres tipos de pacientes viajero-religiosos, a saber, los que: presentan un diagnóstico de psicosis previo, trastorno que es razón y causa del viaje; no presentan un diagnóstico de tipo psicótico, pero sí una fragilidad psíquica en forma obsesión por acudir a un sitio sagrado; sin antecedentes psiquiátricos desarrollan, no obstante, ciertos delirios o alucinaciones temporales. Por cierto, Homer, Homer Simpson quién si no, también sufrió el síndrome de Jerusalén. (¿Continuará?)
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si desean ampliar información sobre ellas.
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