(Continuación) Además, durante esta permanencia berlinesa asistió en el Zentralinstitut für Erziehung und Unterricht a los cursos “Educación en Alemania” y “Metodología y Psicología pedagógica”. No, no desaprovechó el tiempo.
En
Sevilla
Tras finalizar su estancia alemana y ya en España, el
Patronato de Sevilla le ofreció en 1932 un puesto como catedrática de
Matemáticas del Instituto-Escuela de la ciudad, fundado por la Junta de
Sustitución de Segunda Enseñanza, que ocupa en septiembre de ese mismo año.
Aquí, en sus propias palabras, vive las mejores
experiencias tanto profesionales como personales. Se casa en 1935 pero, con el
estallido de la Guerra Civil (1936-1939), el instituto hispalense fue cerrado
como le ocurrió a otras instituciones inspiradas en la ILE.
Un año después y gracias a la intermediación de un exalumno, el científico y político jerezano Manuel Lora-Tamayo (1904-2002), que por cierto da nombre a un CEIP en la ciudad (un nexo que anoto en la moleskine), fue trasladada al Instituto Femenino Murillo de Sevilla. En un principio como profesora provisional pero después, y pese a sufrir la apertura de un expediente de depuración, terminó siendo confirmada como catedrática de Matemáticas.
Una actividad que compaginó durante unos años de la
década de los cincuenta (hasta el curso 1957-1958) con la de profesora
adjunta de Matemáticas para estudiantes de Ciencias Químicas en la
Universidad de Sevilla.
Jubilación
y fallecimiento
Finalmente, en 1974, con 73 años, se jubilaba regresando
a Madrid, aunque no por eso dejó de seguir su profunda vocación docente y
generosa entrega personal, pues dedicó parte de su tiempo en dar clases de
matemáticas en el Colegio Jesús María de Vallecas.
Uno situado en una zona humilde de la capital, donde prestaba especial cuidado y atención a las alumnas de más baja condición social, naturalmente de forma altruista.
Pasó sus últimos días en la Residencia de Ancianos de San
Pedro de Alcántara en Málaga, falleciendo el 15 de octubre de 1995, a los
noventa y cuatro años de edad, estamos pues en el trigésimo (30.º) aniversario
de su fallecimiento.
Como reconocimiento a su labor el Ayuntamiento de Sevilla
inauguraba con su nombre, a inicios de este siglo, la Calle Carmen Martínez
Sancho, una vía discreta para una científica humilde y bastante desconocida,
académica y socialmente. Y que como muchas de su época no tuvo fácil llevar a
cabo sus ideas y ejercer su profesión.
Me viene a la memoria por proximidad docente, perdone el
personalismo, que Carmen fue coetánea de otra “pionera”, con trayectoria muy
parecida, Ángela García de la Puerta, solo que en el campo de la
química. (Continuará).
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 20
de enero de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
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