(Continuación) Entre otras muchas aportaciones el equipo de Alfonso X calculó, con precisión extraordinaria, la duración del año solar que sirvió de base para que el calendario, entonces juliano (46 a. C.), se reformase hasta adoptar la forma que conocemos hoy, gregoriano (1582).
Reconocimiento astronómico. Cráter
lunar Alphonsus
Así que no solo jugó un relevante papel en la revolución copernicana, también su obra astronómica tuvo un gran impacto en la reforma del calendario. Como prueba de lo que le digo, en 1935, fue reconocido como astrónomo al ser nombrado en su honor un cráter lunar, el Alphonsus.
Que
con un diámetro de 119 km y una profundidad de 2,7 km recibió varios nombres a
lo largo del tiempo, si bien el que ha perdurado es el que, al igual que a otros
muchos de la cara visible de la Luna, le puso el astrónomo jesuita italiano Giovanni
Riccioli (1598-1671), cuyo sistema de nomenclatura de 1651 se ha estandarizado.
No pocos consideran al hombre de Dios, un pionero en la astronomía de nuestro único satélite; entre otros de los cráteres próximos a Alphonsus se encuentran: al sur-sureste, el Ptolemaeus; al sur, el Arzachel; al sureste, el Albategnius; y al norte, el Herschel. Todos ellos epónimos que seguro estoy sabe poner en contexto, y le dan una idea de la importancia del legado astronómico del monarca.
“Si Dios
me hubiera pedido consejo...
Está
constatado el papel más o menos directo que Alfonso X jugó en toda la
actividad cultural que emprendió durante su reinado. Suyas eran la mayoría de
las ideas, de él partían muchas de las instrucciones para llevarlas a cabo y
era él, quien aportaba los recursos para realizarlas.
Incluso,
en algunos casos, se implicaba en parte de la ejecución, que fue lo que ocurrió
con las tablas alfonsíes, que personalmente se encargó de supervisar, lo que le llevó a apreciar cuánto
de complicado y complejo tenía, desde el punto de vista matemático, adaptar el modelo
geocéntrico, para poder explicar con él los movimientos de los cuerpos celestes.
Un sistema que, para más inri, no dejaba de complicarse a cada paso que se daba en su desarrollo y que terminó resultando exasperante enrevesado. Tanto como para hacerle decir a este rey sabio: “Si Dios me hubiera pedido consejo cuando llevó a cabo la Creación, le hubiera sugerido un modelo más sencillo de universo”.
No
le digo más, pero estará conmigo que dicho así suena algo presuntuoso, aunque
fuera un rey quien lo dijera, que no es que sea poco, no digo yo eso, pero es
que estamos hablando del Universo, de su creación y de Dios, del que coincidirá que,
de encargarse de estos asuntos, es bastante más que un rey.
Sí,
presuntuoso y exagerado. (Por si quiere poner en contexto la frase). Aunque
al final tuviera razón Aristarco, de acuerdo, pero Alfonso X no era Johann.
J Kepler.
No. (Continuará)
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