(Continuación) Pero para tal evolución ha tenido que transcurrir no solo mucho tiempo, sino haberse desarrollado diferentes campos del conocimiento humano: desde la magia hasta la ciencia, pasando por la mitología y la creencia. Un largo camino.
Septenario mágico (o cuando el siete está en todo)
La razón de la suspecta
magia numerológica arranca con la superposición de que son siete los orificios
que tenemos en la cara y siete los cuerpos que vemos a simple vista en el cielo,
un sucedido a los que la estulticia humana que
conocemos como astrología denomina septenario.
Un término que sirve en
general para denominar a todo conjunto formado por siete elementos, unidades o
guarismos, con diferentes simbologías y relaciones como podrían ser: las fases
lunares, que duran siete días, origen de la semana y, a través de
las cuales surge el mes.
O las siete columnas, sobre las que se construyó el Templo de la sabiduría de Salomón (una curiosa unión en la misma casa de Dios sobre la Tierra, al sumarse el tres divino con el cuatro terrenal, sí, otros dos números mágicos).
Por cierto, sobre siete
columnas se edificó Roma; siete años fueron los que Salomón necesitó
para construir el templo; y fue el séptimo día cuando el Creador
dejó de trabajar y descansó. Una nueva aplicación más que añadir, ahora como indicador
de la finalización de un ciclo y de su renovación.
Otros sietes mágicos
Pero las aplicaciones del
susodicho guarismo no quedan aquí, y así tenemos: los pecados capitales,
compensados con las virtudes cardinales; los bíblicos ‘siete años de vacas
flacas y siete años de vacas gordas’; el candelabro judío de siete brazos; los espíritus
que reposan sobre la vara de José; los cielos donde habitan las órdenes
angélicas o los siete sacramentos.
Sin dejar atrás los milagros del mundo, conocidos desde el inicio de la humanidad; los siete mares; las siete cuerdas de la lira, instrumento sagrado de Apolo que originaba los tonos de los siete planetas, es decir las notas musicales; o los siete colores del arco iris, una muestra más del septenario vibracional.
Y por supuesto las maravillas
del mundo; las siete artes conocidas en la Edad Media; el cuento de las
botas de las siete leguas; el de Blancanieves y los enanitos; y, por qué
no, las supuestas vidas que tiene un gato.
¿Un número mágico,
entonces, el siete?, pues no. Le sorprenderá saber que, a poco que nos lo propongamos,
pasaría algo muy parecido escogiéramos el número que escogiéramos, que también
sería “mágico”. No es más que numerología, una superchería más. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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