viernes, 12 de junio de 2020

Newton y las monedas falsas

(Continuación) No obstante, durante todo el siglo XVI y XVII, el hecho de que por un lado las monedas en oro y plata se acuñaran sin excesivo control ni rigor, incluso oficialmente, unido al de por otro lado, la falsificación de las mismas y, sobre todo, la existencia de ‘habilidosos alquimistas’ que se dedicaban a raspar los bordes de las monedas a fin de quedarse con los preciados metales y fundirlos en lingotes, terminaron por causar una grave crisis económica y financiera en Inglaterra que exigió de una urgente y drástica solución.
Solución que vino de la mano de cierto profesor de Cambridge a quien se acordó pedir consejo y que, ya por aquel entonces, gozaba de gran fama y reconocimiento como científico. Uno cuyo nombre quizás le suene, un tal Isaac Newton (1643-1727), del que poco hay que decir a estas alturas, aunque haremos un resumen de sus logros intelectuales a fin de ponerlo en contexto. Abro paréntesis, de lectura prescindible.
Un tal Isaac Newton
Para las fechas de este sucedido y tras el confinamiento a causa de la peste bubónica de Londres, el joven Isaac había asentado ya las bases de la teoría de gravitación universal -con su ley del inverso del cuadrado de la distancia, pudiendo determinar que es la gravedad de la Tierra la causante de mantener en órbita a la Luna- y las del desarrollo de la mecánica clásica, con sus tres leyes del movimiento. Un cuarteto cósmico-legislativo, dicho sea de paso, de validez limitada, como demostró dos siglos y medio después otro genio, Albert Einstein (1879-1955).
También había encontrado la formalización del método de fluxiones, la generalización del teorema del binomio y verificado, experimentalmente, la naturaleza compuesta de la luz blanca, formada por todos los colores del espectro. Y por supuesto desarrollado el cálculo diferencial, un instrumento matemático imperecedero para poder entendernos con el universo que nos rodea.
Sin duda un confinamiento de lo más productivo, realizado cuando contaba sólo 23 años de edad, y que tuvo lugar alrededor de 1666, motivo por el que en ciencias se suele nombrar a ese año como su año de las maravillas, ‘Annus mirabilis’.
Algo más de una década después, nuestro hombre publicaba por fin Philosophiæ naturalis principia mathematica, 1687 (Principios matemáticos de la filosofía natural), o simplemente Principia, donde recogía sus descubrimientos en mecánica y cálculo matemático. Sin duda un trabajo que supuso un punto de inflexión en la historia de la ciencia, pues no en vano está considerada, por muchos, la obra científica más importante de la historia y él, la mente más poderosa en la historia de la Humanidad. Cierro paréntesis.
Director de la Casa de la Moneda
Unas actividades científicas que compartió con otras facetas intelectuales, quizás no tan conocidas por todos como las de inventor, teólogo y alquimista, siendo ésta última y sus conocimientos sobre las sustancias químicas las que le permitieron ofrecer la solución al problema de las monedas.
A su juicio y opinión era imprescindible que, urgentemente, se iniciara una nueva y exhaustiva reacuñación, retirando del mercado todas las piezas, recortadas o no y sustituyéndolas por unas nuevas, unificadas por ley y con un borde que impidiera que pudieran ser limadas. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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