miércoles, 24 de junio de 2020

Amor, matemática y literatura (1)

A nadie escapa que la literatura, entendida como el arte de la expresión escrita o hablada, es un magnifico medio a la hora de caracterizar de forma genérica la emoción del amor y para, a través del lirismo de su poesía, arte de componer versos y obras en verso, expresarle también a alguien nuestro ¿sentimiento?, esta vez de forma más particular.
Empezando por donde se debe, ya hablamos en esta tribuna sobre las Artes y su número,  quedándome para el caso que nos trae con la clasificación de comienzos del siglo XIX elaborada por el filósofo alemán G. Hegel (1770-1831), la media docena que existe en la actualidad, a saber: arquitectura, escultura, pintura, música, danza y poesía.
Bien, le decía que a nadie escapa que se trata de un medio magnífico para expresar el amor, como también lo puede ser cualquier otro de los innumerables gestos cotidianos que podemos tener en la vida, entiendase una suave caricia, un delicado beso, un detalle oportuno o un regalo inesperado.
Lo que es posible que escape a alguna que otra persona, usted quizás se cuente entre ellas, es otro campo de conocimiento humano, el de las Ciencias, que también nos puede echar una mano a la hora de referirnos al amor. De hecho no son pocas las entradas enrocadas, referidas a este nexo entre ciencias, preferentemente bioquímica y neurociencia, y amor (Utilicen el Buscador del blog).
La saga que hoy arranca corresponde sin embargo a la matemática, ciencia que estudia las propiedades de los números y las relaciones que se establecen entre ellos, y a la lírica amorosa del siglo XVII, nuestro Siglo de Oro español. No sobrepasando el nivel de humanidades bachilleras utilizaré una terna de funciones -esas relaciones entre magnitudes y sus representaciones gráficas, eso sí no todas muy habituales a ese nivel- y otros tantos autores consagrados de los que estudiamos durante nuestra etapa docente secundaria.
Love y Villamediana
Es el primero de los emparejamientos amorosos-matemáticos que les traigo y viene de la mano de: cuatro (4) funciones que representan a otras tantas letras que componen la palabra inglesa amor, y un (1) soneto del poeta español Juan de Tassis, Conde de Villamediana (1582-1622).
Nada que añadir de la representación matemática que no resulte evidente para cualquier bachiller, y tan solo apuntar una consideración literaria, la que el universal sentimiento merece al culterano poeta quien, unas veces lo ve como un desafío que incita a abordarlo, pero que da miedo. Y otras como una empresa donde se arriesga la posición social y hasta la vida. O así me lo parece, juzguen ustedes.
Determinarse y luego arrepentirse;  /  empezar a atrever y acobardarse;
arder el pecho y la palabra helarse;  /  desengañarse y luego persuadirse.
Comenzar una cosa y advertirse;  /  querer decir su pena y no aclararse;
en medio del aliento desmayarse,  /  y entre el amor y el miedo consumirse.
En las resoluciones detenerse;  /  hallada la ocasión no aprovecharse,
y perdido de cólera encenderse.  /  Y sin saber por qué, desvanecerse:
efectos son de amor; no hay que espantarse,  /  que todo del amor puede creerse.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


No hay comentarios :