(Continuación) Tanto
en su artículo de 1956, como en la conferencia y el libro homónimo de 1959, y en
los otros artículos y posterior libro de 1963, nuestro hombre dejó explícita en
aquella tarde de mayo su idea sobre las
dos culturas y el hecho de que, de un lado estaban los científicos naturales y de otro los intelectuales literarios.
El
ataque a la cultura tradicional era
evidente y, más que a la cultura en general era a las letras, pues no hablaba
en absoluto de ciencias humanas. El resumen siguiente es revelador:
Son muchos los días que he pasado con científicos las horas de trabajo para
salir luego de noche a reunirme con colegas literatos. Y viviendo entre dichos grupos, se me fue planteando el
problema que desde mucho antes de confiarlo al papel había bautizado en mi
fuero interno con el nombre de “las dos
culturas”.
He estado presente un buen puñado de veces en
reuniones de personas que, según los criterios de la cultura tradicional, se consideran exquisitamente educadas y han
expresado su sorpresa por la falta de
cultura de los científicos. Cuando estas personas oyen hablar de
científicos que no han leído nunca una obra importante de la literatura,
sueltan una risita entre burlona y compasiva. Los desestiman por ignorantes.
Dos
bandos. Una cultura tradicional donde incluye de forma genérica a los artistas
y, en concreto, a los literatos. Y una cultura científica que comprende, tanto
a científicos puros como aplicados, y a los ingenieros.
En una o dos ocasiones me he sentido provocado y les he
preguntado cuántos de ellos serían capaces de enunciar la Segunda Ley de la Termodinámica.
La respuesta era siempre fría y negativa: ninguno. Y, sin embargo, yo no había
hecho más que preguntar algo así como el equivalente científico de: “¿Ha leído
usted alguna obra de Shakespeare?”.
Creo ahora que, si hubiera preguntado algo todavía más
simple, como: “¿Qué entiende usted por masa, o por aceleración?”, que es el
equivalente científico de “¿Sabe usted leer?”, sólo uno de cada diez de los
mejor educados habría tenido la impresión de que yo estaba hablando su misma
lengua.
… Dos culturas,
humanística y científica, porque tenía la sensación permanente de moverme entre
dos grupos comparables en inteligencia, racialmente idénticos, no muy
diferentes en cuanto a origen social y con unos ingresos más o menos iguales
por su trabajo, que habían dejado casi totalmente de comunicarse, y que tenían
tan poco en común respecto a clima psicológico, intelectual y moral que en vez
de pasar de Burlington House o South Kensington a Chelsea era como si hubiese
cruzado un océano. (Continuará)
[*] Introduzcan
en [Buscar en el blog] las palabras
en negrilla y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
1 comentario :
desconocía este punto de vista sobre "ciencias y letras". me parece curioso. espero lo desarrolle más.
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