Es bien sabido por todos que en el actual y casi internacional calendario gregoriano, este mes ocupa
el cuarto lugar en el ordenamiento anual. Sin embargo, quizás no lo sea tanto
ni por tantos, el hecho de que no siempre fue así, pues, en el antiguo
calendario romano, cuando el año constaba de diez meses, abril era el segundo mes justo detrás
de marzo, que era el que lo iniciaba en la Antigua Roma. Lo fue hasta que Numa Pompilio, segundo rey de Roma, entre los siglos VIII y VII a. C. añadió enero y febrero. Se hizo para paliar los
desfases temporales que se producían, entre el paso de los meses y las llegadas de las estaciones
meteorológicas, que no astronómicas,
del año.
Abril, un mes con 30 días en su haber como junio, septiembre y noviembre
(regla nemotécnica de la mano izquierda) y del que les cuento una curiosidad
calendaria que pueden comprobar si tienen un almanaque a mano. Abril se inicia el mismo día de la semana que lo hace julio en los años
normales (365 días), y que enero en los años
bisiestos (366 días). Y termina el mismo día de la semana que diciembre de
todos los años. Una cuestión de la ciencia celeste.
Pero, ¿por qué este mes se llama abril? Desde el punto de vista de la etimología, y por lo que tengo
averiguado, el origen no parece estar claro. Algunos exégetas, entre ellos el
poeta Ovidio, lo relacionan con el
verbo latino ‘aperire’ que significa
abrir, por una supuesta forma ‘aperilis’
y en relación con la circunstancia de que en este mes empiezan a abrirse las
flores. Lo que puede ser, si bien en puridad no existe ninguna prueba
etimológica de ello. Otros, sin embargo, piensan que podría derivar del griego ‘aphrós’, espuma, a través de la forma ‘aphrilis’,
que guarda cierto parecido con ‘Aphrodíte’,
palabra que contiene al término anterior, y que significa Afrodita, nombre griego de una diosa mitológica que los romanos
llamaban Venus. Pero como la anterior
hipótesis, tampoco tiene base etimológica. En fin.
Donde tampoco se ponen de acuerdo, ahora los poetas, es en el
significado del mes. Y así, aunque su pálpito es de primavera desbocada y su
sangre alegre y bulliciosa, sin embargo, abril está maldito, por ejemplo, para
el poeta estadounidense T. S. Eliot,
quien considera que no está exento de muerte. ‘Abril es el mes más cruel, criando / lilas de la tierra muerta,
mezclando / …’.
Ya lo ven, una turbadora e incomprensible mezcla de muerte y vida, vida
y muerte, algo así como un insólito y primaveral cruce de energía renovada y
continuada crueldad. Si me lo permiten, prefiero al
poeta sevillano, ‘Era una mañana y abril
sonreía…’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 05
de abril de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota,
donde también la pueden leer.
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