(Continuación) Como puede ver el precio de una cosa
es más objetivo, más impersonal, es la significación que procede del exterior. Resulta
lógico entonces que, en este mundo, pueda ocurrir que no coincidan el valor de
las cosas con el precio que se pague por ellas. Que por un lado vaya lo que
cueste y por otro lo que valga, existiendo cosas que tengan valor para unas
personas y no para otras, sin que esto influya de manera alguna en su precio.
El valor depende de un sinnúmero de circunstancias; el precio sólo de las de la
oferta y demanda del mercado. Hay productos de arte de tanto, tanto, valor que
no tienen precio. Y hay otras de mucho, mucho, precio que sin embargo no tienen
valor alguno, sobre todo para las personas que no conocen sus méritos.
‘Boutade’
borgiana. Es como cuando uno quiere vender un piso. Una cosa
es lo que pide por él, según lo que nos ha costado o los sentimientos que le
tengamos, y otra, lo que en realidad están dispuesto a pagar. Es bien distinto
lo que cuesta de lo que vale. También saben de esa diferencia las personas que
extravían un objeto querido. Querido porque forma parte de su mundo interior,
de su propia vida, donde ocupa un lugar insustituible y de ahí su enorme valor.
Pero a la vez saben que su precio es bajo, casi nada, porque por ejemplo no sea
más que una baratija en realidad. Ése es el motivo de que en el anuncio que
ponen para recuperar el objeto, digan “tiene un gran valor sentimental”. El
mensaje es claro para quien lo encuentre. Su precio es bajo, por lo que nadie
que no sea su dueño le va a pagar un precio alto, así que nadie agradecerá más
generosamente su recuperación que él. No, no es necia la gente, aunque lo pueda
parecer a veces.
O intentarlo. Como lo intentó hace ya algunos años,
el maestro en ironía y creador de mundos herméticos y brumosos, el inefable
Borges. Sucedió en su último viaje a Sevilla cuando, ejerciendo de malevo,
quiso infravalorar a Antonio, un poeta grande, disminuyéndolo a la mera
circunstancia de ser hermano de Manuel, un gran poeta. En una conversación vino
a decir: “¿Antonio Machado? ¡Ah! No sabía que Manuel tuviera un hermano”. Por
supuesto que la vibórica borgiana no cuela. Aunque para el bonaerense, Manuel
fuera el único poeta digno de ser leído, Antonio es uno de los poetas
universales más leído y, me atrevería a decir, amado. Se siente.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si
desean ampliar información sobre ellas.
[Esta
entrada fue publicada el sábado 11 de mayo de 2019, en el diario digital Rota al día]
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