Casi todas las fiestas religiosas se celebran en el mismo
día y así, la Navidad lo hacemos el
25 de diciembre y la Epifanía el 6
de enero, por citar las más próximas. Casi, pero no todas pues, sin ir más
lejos, el Domingo de Resurrección no
tiene una fecha fija, por lo que la celebración de la Semana Santa se mueve cada año.
Y la razón del cambio no puede ser más lógica y humana -se
intenta hacerla coincidir lo más posible, con la fecha real de la muerte de
Nuestro Señor Jesucristo- si bien su puesta en práctica no es del todo
sencilla, ya que depende del calendario
científico (solar o lunar) en el que se base la fecha de la festividad
religiosa.
Y mientras las dos primeras se rigen por el bastante
exacto calendario gregoriano o solar de 365,25 días, la Pascua de Resurrección lo hace por el inexacto calendario judío o lunar, que consta de doce lunas de 29,5306 días, lo que da un
número de días distinto de los reales. Un desfase temporal acumulativo que, con
el paso del tiempo, originó una diferencia cuantitativa lo suficientemente significativa,
como para que se tuvieran que tomar medidas.
En plural porque fueron varias, si bien la definitiva no
llegó hasta el I Concilio Ecuménico de
Nicea convocado por el emperador Constantino
en el año 325, y donde se decidió que el Domingo
de Pascua fuera el inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio
de marzo, asociado al inicio de la primavera boreal (hemisferio norte). Una
condición numérica de naturaleza astronómica, responsable de que la fecha de
celebración pascual varíe hasta en más de un mes.
Un sencillo cálculo nos muestra que si, a efectos de la
Pascua, la primavera empieza siempre el 21 de marzo (luna llena eclesiástica), el Domingo
de Gloria puede celebrarse en un abanico de nada menos que 35 días, los mismos
que hay entre el 22 de marzo y el 25 de abril, ambos inclusive. Como seguro
sabe, en este Año del Señor de 2019, el Domingo de Resurrección cae bastante
tarde, el 21 de abril, ya que la primera Luna llena primaveral tendrá lugar el
próximo viernes, 19 abril.
Una movilidad que podría desaparecer si algún día
fructifica la iniciativa del papa Francisco,
encaminada a que la Pascua caiga siempre en el mismo domingo de abril, el segundo
o el tercero. Y es que, planteada como una cuestión interna de religiones (católica,
ortodoxa y protestante), con ella Jorge
Bergoglio trata de encontrar una fecha fija para celebrar la Resurrección
el mismo día en Roma, Constantinopla y Moscú. ‘Unidad en la variedad
y variedad en la unidad, es la ley
suprema del Universo’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 12 de abril de
2019, en la contraportada del semanario Viva Rota,
donde también la pueden leer.
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