(Continuación) Por muy extraño que nos pueda parecer, hasta el mismo arte llegó el automatismo que nos trajo
la ciencia. Y la prueba la tienen
ante sus ojos.
En lo que parece una representación de ópera, el señor que les da la
espalda no sólo dirige a los actores sino que, gracias a un dispositivo
mecánico toca, él solo, toda una serie de instrumentos musicales.
Y lo hace gracias a unas palancas con las que está conectado, así que
destreza y técnica de la mano. Todo un artista el tal señor, ya lo creo.
(Continuará)
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