jueves, 26 de octubre de 2017

Debate de Huxley-Wilberforce (y 3)

(Continuación) Cuentan que el marino “levantando una inmensa Biblia sobre su cabeza, primero con las dos manos y luego con una, imploró solemnemente a la audiencia a creer en Dios y no en un hombre”.
El último en intervenir fue el botánico Joseph Dalton Hooker, quien por cierto no se lo había dicho, se casó con la hija de Henslow. Estas cosas pasan.
También parece probado el carácter multitudinario de la sesión (“más de mil personas se apelotonaban dentro de la cámara y cientos se habían tenido que dar la vuelta”) y que la intervención de Huxley produjo un tremendo efecto en la audiencia.
Se habla de que una de las asistentas, una tal Lady Brewster, se desmayó en el fragor de la entre irónica y mordiente, formal y burlona, discusión.
Una en la que se pudieron oír frases por parte del obispo como: ‘¿Qué ha aportado la teoría darwiniana?’ o ‘Querría preguntar al profesor Huxley acerca de su creencia de que desciende de un mono ¿Procede esta ascendencia del lado de su abuelo o del de su abuela?’.
Y por parte del evolucionista: ‘Estoy aquí solamente en interés de la ciencia... no he oído nada que pueda perjudicar los intereses de mi augusto defendido' o ‘No sentiría ninguna vergüenza de haber surgido de semejante origen; pero sí que me avergonzaría proceder de alguien que prostituye los dones de cultura y elocuencia al servicio de los prejuicios y la falsedad’.
Una magnífica respuesta, de ser cierta. Mas como siempre les digo en estos casos, 'se non è vero, è ben trovato'. Pues eso.
Y para ir poniendo ya punto final a este sucedido evolucionista, les diré que según uno de los asistentes, “todo el mundo se divirtió mucho y se fueron alegremente a cenar juntos después”, lo que está bien y puede que sea cierto.
De lo que estoy seguro que es cierto es de que Wilberforce y Darwin mantuvieron buenas relaciones después del debate, de hecho, a pesar de la disputa, el obispo respaldó la renovación del museo “para estudiar las maravillas de las creaciones de Dios”, lo que está mejor aún.
Un museo, el de Historia Natural, cuyo contenido desde su inauguración en 1860, no ha dejado de ser un himno a la vida que ha existido, existe y espero que existirá en el planeta Tierra.
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