...pero supongo que todas veneran al mismo Dios’. La cita está asociada al longevo aristócrata inglés Bertrand Russell (1872-1970) que, y lo
más importante, además fue matemático, filósofo, humanista y un fecundo
escritor que en 1950 recibió el Premio
Nobel de Literatura. Sí, no se trata de un error tipográfico, ha leído bien,
matemático y nobel de literatura.
Es
una situación tan paradójica, aunque no exactamente y a mayor nivel, como la de
nuestro José Echegaray (1832-1916) que
como saben fue ingeniero, escritor, matemático, divulgador científico y
político. Y todo eso no fue óbice para que recibiera el Premio Nobel de Literatura en 1904, siendo además el primer español
en recibirlo de los, únicamente siete y todos hombres, que lo han conseguido
hasta ahora.
Bueno
pues más o menos igual para el albiónico.
La
concesión del “sueco” unos años después, fue para el inglés el broche perfecto en
la imagen que de él se había hecho el gran público del siglo XX. La guinda que
le faltaba al pastel de su enorme popularidad en todo el mundo, para hacerlo
aún más contradictorio de lo que ya era.
Y
es que a pesar de su impronta volteriana, mente aguda y estilo inteligible pero
científico, su obra en conjunto resulta falta de estabilidad y coherencia. Trato
de decirles que el suyo es un universo de ideas brillantes por sí solas, pero
contradictorias en su conjunto.
Paradojas y contradicciones en
Russell
O
lo que es lo mismo. Un cuerpo de conocimiento intelectual que empieza de forma
razonable y razonada, pero que termina siendo más bien una paradoja. Como
ocurre en muchos otros aspectos de su vida y obra donde, con frecuencia, se
entremezclan contradicción y paradoja. Y para muestra un botón.
En
la primavera de 1901 Russell se plateó deducir una lógica matemática, a partir de la ya iniciada por los matemáticos y
lógicos, el alemán Gottlob Frege (1848-1925)
probablemente el mayor lógico desde Aristóteles, y el italiano Giuseppe Peano (1858-1932). Una tarea que
le condujo a una filosofía logicista
de las matemáticas, según la cual, todas las matemáticas puras podían apoyarse
en conceptos lógicos.
Una
idea que plasmó en los tres gruesos volúmenes del Principia Matemática (1910-1913), escrito en colaboración con el matemático
y filósofo inglés Alfred North Whitehead
(1861-1947) definidor por antonomasia de la escuela conocida como la Filosofía del Proceso. Y que cuenta con
grandes aplicaciones en una gran variedad de disciplinas como ecología, teología,
educación, física, biología, economía y psicología, entre otras.
Según
cuenta el propio Russell fue estudiando la “paradoja de Cantor”, debida al
matemático ruso Georg Cantor (1845-1918) co-creador
de la teoría de conjuntos, cuando descubrió
y tardó poco en hacerlo, otra más básica, simple y próxima. Su propia paradoja,
conocida claro como “paradoja de Russell”. Paradójico.
Objetor de conciencia y activo
pacifista
En
otro orden de asuntos, Russell fue un declarado defensor de la objeción de
conciencia y activo pacifista contra la intervención inglesa en la Primera
Guerra Mundial.
Algo
no bien visto en aquella época, tanto de hecho, que le llevó a ser expulsado de
su cátedra del Trinity College de Cambridge y condenado a pagar una fuerte
multa. Eran otros tiempos que continuaron porque poco más tarde, en 1918, por
esa misma actitud antibelicista fue encarcelado durante seis meses.
A
propósito de esta experiencia le gustaba recordar que al ingresar en prisión,
un funcionario le preguntó cuál era su religión. Se trataba de una pregunta
rutinaria más del cuestionario de ingreso, y a la que Russell parece ser que respondió
que era “agnóstico”. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en
negrilla, si desean ampliar información sobre ellas.
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