(Continuación) Un descubrimiento que
viene envuelto en un mito (el de la
forma del planeta), está guardado en un error
(el de su tamaño), forrado de otro error
(el del tamaño de Asia) y adornado, por último, con una ignorancia. Empezamos con el mito.
El mito de la forma de la Tierra
¿Qué sabía de forma cierta el
navegante, acerca de la forma de nuestro planeta? ¿Cómo era para él,
plana o esférica? Pues bien vaya por delante que tanto para el navegante como para
casi cualquiera que quisiera o necesitara saberlo, el asunto no ofrecía la
menor duda: la Tierra es
aproximadamente esférica, en puridad se trata de un geoide.
Luego no es cierto que el descubridor
del Nuevo Mundo fuera uno de los primeros marineros en declarar que nuestro
planeta era redondo y que tuviera por ello problemas de todo tipo, por
ejemplo, religiosos. No, nada más lejos
de la realidad y palmario. Además es una cuestión casi de sentido común, de ciencia o sabiduría popular.
Si se piensa bien, no faltan detalles
que así nos lo indican. Entre ellos les traigo un par terrestres, otro marítimo
y, dos más aéreos. Como quien dice por tierra, mar y aire. Veamos:
Si se marcha por un llano, observamos
que las montañas van apareciendo al fondo, emergiendo poco a poco de él. Pero si
la Tierra fuera plana, las montañas no surgirían así. Estarían siempre ahí y su
silueta o perfil sería siempre el mismo, sólo que al aproximarnos la iríamos
viendo más grande.
Igualmente ocurre cuando en un terreno
despejado miramos a nuestro alrededor y vemos algunos objetos en el horizonte.
Pero si nos elevamos de nuestra altura subiéndonos a un árbol, una casa o una
colina, entonces, podemos ver muchos más objetos. Unos que antes no
divisábamos, pero que estaban ahí.
Tres cuartos de lo mismo pasa cuando
estamos en la costa y contemplamos un barco que se aleja de ella. Lo primero
que desaparece de nuestra vista es la parte inferior (el casco), luego la
superior (mástiles y velas), hasta que al final ya no vemos nada del barco.
Esto no sería así si la Tierra fuese
plana pues entonces, aunque se alejara, veríamos el barco al completo siempre,
sólo que cada vez más pequeño debido a la distancia.
Y por último los espaciales. El Sol y la Luna, los dos cuerpos celestes que mejor podemos observar, son
esferas ¿Por qué razón no lo iba a ser también la Tierra? Recuerden la ley de la economía del universo.
Otro ejemplo espacial son los eclipses lunares que se producen cuando
la Tierra se interpone exactamente entre el Sol y la Luna. En ella podemos ver
con claridad la forma de arco de la sombra de la Tierra sobre su superficie.
Una prueba más de su (casi) esfericidad.
Bueno pues, como pueden ver, evidencias
no faltan acerca de lo falaz del mito, sin embargo, éste permanece, estas cosas
suelen suceder. También sucede que, cuanto más original es un descubrimiento,
más obvio parece después, que se lo digan si no al huevo de Colón.
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