(Continuación) Una discusión en la que al parecer el primero (el hombre de
iglesia) le preguntó al segundo (el hombre de ciencia), si creía que el ser
humano descendía de los simios y, en
su caso en particular, si lo hacía por parte de madre o de padre.
Lo (más
o menos) cierto del debate
Quizás se les haya pasado el adjetivo unos renglones atrás, pero les escribí
de un “supuesto” debate verbal porque en honor a la verdad, hay que decir que
no existe una transcripción literal y oficial del debate entre ellos.
Es decir que tan solo tenemos versiones de partes, evidencias por tanto, pero
no pruebas documentales, por lo que es inevitable que ciertas dudas sobrevuelen
sobre lo que en realidad pudieron decirse Huxley
y Wilberforce.
Si usted puede consultar las actas de la reunión, que al igual que todas se
publicaron al año siguiente (1861), podrá comprobar que en las 573 páginas del
volumen no se encuentra mención alguna a aquel debate, hoy ya mítico. Es más, a
la teoría de Darwin sólo se la menciona
en un par intervenciones, señal de que no se le concedió en aquel momento la
mayor importancia.
Sin embargo ya ven hasta dónde evolucionó. Sabido es que una cosa es la
crónica de los acontecimientos y otra su historia, y está visto que cada una
tiene su propio criterio.
De la sesión sabatina sabemos a ciencia cierta que fue presidida por el botánico
y geólogo inglés John Stevens Henslow
(1796-1861), mentor de Darwin en Cambridge,
y que empezó con la ponencia de John
William Draper de la Universidad de Nueva York, sobre el desarrollo
intelectual de Europa en relación a la teoría de Darwin.
De ella se esperaba que fuera el centro y base fundamental del congreso, si
embargo no fue así pues para una inmensa mayoría de los participantes, la
presentación de Draper fue larga y aburrida.
Tras él intervinieron el obispo Wilberforce
y el químico Brodie a quien dicen
que Huxley le susurró aquello de: “El Señor lo ha puesto en mis manos”,
una frase que aparece por primera vez en esta historia nada menos que treinta (30)
años después del encuentro. Demasiado tiempo quizás como para que sea cierta,
en mi opinión un retraso algo suspecto.
Con posterioridad compareció Robert
FitzRoy, quien veinticinco (25) años antes había mandado el Beagle durante el viaje de Darwin y que no dudó en denunciar su
libro, El origen de las especies, de
manera exaltada. (Continuará)
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1 comentario :
Pedagógico y divertido, le vendría bien un guión para poder seguirlo. Enhorabuena por el blog
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