(Continuación) ¿Recuerdan al guardia de tráfico de la entrega del
ferragosto pasado, En L’An 2000:Tráfico aéreo, y su peculiar forma de volar?
Pues bien, la extraordinaria visión gráfica que en 1899 el ilustrador
francés Jean Marc Côté tenía, sobre
cómo sería el vuelo en el año 2000, iba un poco más allá y abarcaba nuevos
diseños voladores.
Unos tan simples como el del agente y que ahora llevan los niños de más
arriba, que lo emplean para robar huevos y crías de lo que parece un nido de
águilas. Para ello no dudan en subir a esas alturas y además pelearse con la
propia ave madre. No sé, algo peligroso quizás y, sobre todo, innecesario.
O estos bomberos en misiones no menos peligrosas que las de los niños, pero
sí más necesarias como son las de salvar una vida humana o apagar el fuego que
la pone en peligro.
Claro que también hay diseños más complejos, provistos de un motor de hélice que posibilita el
movimiento de los hombres voladores.
Una actividad que puede ser lúdico-deportiva, como la partida de tenis por pareja que se están jugando estos cuatro
tenistas diestros, uno de ellos una mujer con falda, y que con la mano
izquierda manejan una manivela dispuesta encima de sus cabezas.
Supuestamente
con ella orientan el vuelo en la dirección deseada, al mover las alas del
aparato volador
O de mantenimiento de la ley y el orden, como la persecución de la imagen en las que dos policías persiguen a un delincuente,
probablemente un contrabandista.
Pero en este caso, para cambiar de dirección, los agentes del orden van
provistos de unas aletas pegadas a sus tobillos. Es otra solución mecánica más,
cuyas raíces creadoras pueden provenir de la mitología, del mismo dios con
talones alados, Apolo.
Llaman la atención, tanto en unos como en otro, el diseño de las alas muy
parecidas a la de los murciélagos, como no podía ser de otra forma, si bien el
contrabandista va montado en un avión. (Continuará)
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