Hace poco más de cinco años le escribía
acerca del fín de las bombillas de alto
consumo, incandescentes y halógenas, tanto sobre su ‘cuándo’ y ‘por qué’ como sobre su ‘cómo’ y el ‘principio de las bombillas de bajo consumo’. Por
aquél entonces le tocó a las primeras y mañana mismo, 1 de septiembre de 2018, le
corresponderá a las segundas.
Según una normativa del Parlamento
Europeo (EFE) en todo el territorio de la Unión Europea, y desde inicio de mes, se dejarán de fabricar y vender este tipo de lámparas.
Y las razones siguen siendo las mismas que las incandescentes pues como ellas ya
resultan: energéticamente derrochadoras, contaminantes para el ambiente, de
poca duración y más caras.
Apagón halógeno
Así que adiós bombillas halógenas, adiós. Una despedida que, llama la atención, está pasando bastante desapercibida
para buena parte de la población europea.
Según una encuesta llevada a cabo por la empresa de iluminación Ledvance, más de la mitad de los
europeos, el cincuenta y cuatro por ciento (54 %), no ha oído hablar siquiera de
la inminente desaparición de estas lámparas.
Un valor que aumenta en trece puntos porcentuales si le sumamos la cantidad
de personas que, aunque escucharon algo al respecto desconocían sus
consecuencias, es decir que la ignorancia halógena se dispara al sesenta y
siete por ciento (67%).
Llama la atención les decía, aunque no nos debe sorprender pues según el
mismo estudio un tercio de los encuestados aún compra viejas tecnologías de
iluminación como las halógenas (29 %) o las incandescentes (27 %). Y eso que las
medidas comunitarias para poner fin a estas fuentes lumínicas, digamos
ineficientes, empezaron de forma progresiva en el 2009.
Ya que este apartado lo he calificado de “apagón”, y escrito así suena
demasiado drástico, haré aquí y ahora antes de continuar, un par de
aclaraciones.
Aclarando,
que es gerundio
Una temporal. El reglamento europeo lo que impide es comercializar las
bombillas de este tipo que se fabriquen a partir de esta fecha del 1 de septiembre,
pero permite vender todas aquellas unidades que los establecimientos tengan en
sus almacenes.
Otra tecnológica. Quedan fuera de esta decisión restrictiva, todas aquellas
halógenas que no tengan una tecnología que les permita ser sustituidas y las destinadas
a los automóviles.
A todas las demás, y al igual que les ocurrió en 2012 a las incandescentes,
les ha llegado su hora y serán sustituidas por opciones más eficientes y
sostenibles. Y eso que tenían sus ventajas y en los últimos sesenta años las halógenas han hecho bien su trabajo,
pero el tiempo pasa y lo cierto es que también ellas se han convertido en una
tecnología muy ineficiente. (Continuará)
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