(Continuación) No obstante y a pesar de
lo escrito hasta ahora, esta credulidad incierta que a muchos de nosotros nos
ha acompañado durante bastante tiempo, tiene su parte de verdad como tantas
otras credulidades, y lo podemos saber tirando de la lógica empírica o saber popular.
Es cierto que la leche se corta si le echamos zumo de fruta encima, pero también si
es la leche la que echamos encima del zumo (este detalle se les pasó a nuestros
observadores antepasados), si la mezclamos con cualquier otro alimento con ácido en su composición o, incluso, si
la ingerimos sola. Vamos que la leche se corta siempre y mal asunto si no lo
hiciera.
Pero vayamos con orden. Si lo pensamos,
con los bebés, cuando
se comienza con la alimentación complementaria se les va dando diferentes comidas,
entre ellas frutas, y lo hacemos después de la toma de leche materna. Y ellos
se quedan tan a gusto, a pesar de que la leche se le corta en el estómago,
entonces ¿por qué no va a ser igual en el nuestro?
Si ellos pueden ingerir lo que den,
después de la toma materna, ¿por qué no nosotros? Pues evidentemente porque no
hay nada de malo en que la leche se corte, es más, es del todo necesario que lo
haga. Ya les conté que en mi casa (la de mis padres) de pequeños y no tan pequeños, mis hermanos y yo éramos grandes bebedores de leche.
De hecho con frecuencia comíamos con ella y nunca tuvimos el menor de los contratiempos digestivos, así que no es cierto. Se puede ingerir cualquier alimento antes, durante y después de la leche, sin que tenga que ser específicamente malo.Volveré sobre la necesidad de que la leche se corte en nuestro organismo.
Ahora, siguiendo con la lógica y pensando un paso más allá, ya de más
mayorcitos, ¿acaso no hemos mezclado, mientras estamos de vacaciones en algún que
otro opíparo desayuno de hotel, lácteos, frutas, cereales, fritos variados,
zumos? ¿Y no lo hemos hecho en el orden que hemos querido? ¿Y qué nos ha pasado?
Nada, verdad. Pues eso, a la leche se le puede echar lo que nos apetezca y fuera el "cortante" argumento.
Es más, ahora que lo pienso, muchos de nosotros
tomamos “leche cortada” de forma constante y continua a través de alimentos
como el yogurt, el requesón, la crème fraîche, el queso ricota, todos ellos productos
de la fermentación de la leche por adición de ácidos y, evidentemente, no nos
producen malestar. Muy por el contrario a algunos se los alivian.
Por último, me apunta un pajarito, que
no hay más que mirar la tele o las estanterias de las tiendas para comprobar
que muchos zumos comerciales se anuncian como mezcla de fruta y leche, ¿cómo es
posible si el mito dice lo que dice? ¿Estamos
ante una mezcla explosiva, ante un arma de destrucción masiva y nosotros sin
enterarnos? No, claro que no. (Continuará)
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