(Continuación) En dicho texto se exponían
las bases de la teoría de la evolución biológica
darwiniana, a través del mecanismo de la selección natural.
Una cuestión de eficacia y
supervivencia animal que se resuelve dentro del mecanismo de selección natural
del proceso evolutivo y según el cual, no sobrevive el espécimen más fuerte
sino el que mejor se adapta al entorno y, por ejemplo, es prudente con lo que
come.
Como aquellos antepasados que
observando el aspecto de la leche cortada y/o agria, decidieron no beberla.
Ellos fueron los que sobrevivieron (sobre todo los que no ingirieron la agria o
en mal estado) y pudieron reproducirse, los demás por desgracia murieron por su
toma y no llegaron a tener descendencia. Así es como actúa el mecanismo de la
selección natural.
Leche agria
Recordarles aquí y ahora, sólo a modo
de apunte, que es la ingesta de leche en mal estado, no la de la leche cortada,
la que puede ocasionarnos graves problemas de digestión, ya que su naturaleza
química está modificada por la existencia en su seno de microorganismos que la descomponen.
En concreto bacterias que por así decirlo se “comen” la lactosa (C12H22O11·H2O)
-un disacárido conocido como azúcar de la leche, presente en la de las hembras
de la mayoría de los mamíferos-, convirtiéndola mediante una reacción química en
ácido láctico, un carboxílico de
fórmula C3H6O3,
que entre otras sustancias son responsables del mal olor y la textura grumosa.
Lo saco a colación por la polémica
generada en estos últimos días en torno al consumo de leche cruda, y el consiguiente incremento de los riesgos a contraer
infecciones transmitidas por microorganismos, que pueden llegara a ser muy
peligrosas.
Pero volviendo al refrán de la leche,
que en nuestro estómago se corta independiente de cuando nos la bebamos y que
no nos hace dañoporque a la vista está, es evidente que se trata de UN MITO FALSO.
Bien, pero en puridad, ¿es del todo falso,
o hay algo de cierto en él? Se lo planteo porque, si por lo general se suele
cumplir que el mito es la mentira de la verdad, ¿cuál es entonces la verdad de
la mentira en este caso?
Bueno también lo hago porque tras releer
la frase que pronunció el ignoto sabio y que le cité al principio de la primera
entrega de esta terna (“La verdad es la
verdad, dígala Agamenón o su porquero”), no le dije que éste, Agamenón,
ante tan asertiva afirmación le respondió de forma inmediata: “Conforme”. Una respuesta inquietante,
la verdad. (Continuará)
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y cursiva, si desean ampliar
información sobre ellas.
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