(Continuación) Una “ideología física” caracterizada
por despreciar a los físicos ingleses (pensaban que les robaban sus ideas), e
ignorar lo que Lenard denominaba las
erradas ideas de la “física judía”, y que estaban encarnadas básicamente en las
hipótesis del físico judío Albert Einstein
(1879-1955) y sus teorías de la relatividad. El “fraude
judío”.
1862. Nexo científico (verano y otoño)
Y en el estío, el 2 de julio, nacía el físico
británico William Henry Bragg (1862-1942),
galardonado con el Premio Nobel de
Física en 1915 ‘por sus
contribuciones a la cristalografía de rayos X’ y que compartió con su hijo William Lawrence Bragg (1890-1971).
Los Bragg,
como los Curie, los Bohr, los Siegbahn, los Thomson,
los Euler-Chelpin, los Tinbergen o los Kornberg entre otros, pertenecen a esas sagas familiares de
científicos en las que se cumple el refrán, ése que viene decir algo como: “De
casta le viene al galgo”.
Ya en pleno ‘ferragosto’, el 10 de agosto,
salía del puerto de Cádiz hacia el continente americano una expedición constituida
por naturalistas, humanistas y fotógrafos españoles que se convertiría en la
principal empresa de la ciencia imperial o neocolonial, durante el reinado de
Isabel II y después de perder la mayor parte de sus territorios de ultramar en
este continente.
Conocida como Comisión Científica del Pacífico, estaba relacionada con un
programa promovido por la ‘Societé Impériale Zoologique d’Acclimatation’ y
desarrollada en el marco de un movimiento político-cultural panhispanista.
Y para dar cierre a este nexo científico
recordar tan solo que fue en 1862 cuando el físico prusiano Gustav
Kirchhoff (1824-1887) -que realizó importantes contribuciones en diferentes
campos: circuitos eléctricos, teoría de placas, óptica, espectroscopia y
emisión de radiación del cuerpo negro-, propuso la expresión cuerpo negro para
denominar a un
objeto teórico o ideal que absorbe toda la luz y energía radiante que incide
sobre él, sin reflejar o dejar pasar nada a su través.
Hablando de sagas toreras: los ‘Rodriguez’
De forma breve le pongo en antecedentes.
Recordará que José Dámaso Rodríguez y
Rodríguez ‘Pepete’ (1824-1862) fue
el primer lidiador que abrió la leyenda negra de la ganadería de Miura, y también el primero de los
toreros de renombre en llevar este apodo. El primero le digo porque después de
él han existido hasta tres más, pero que no guardan ninguna relación familiar
con él. Así que en plan dinástico deberíamos llamarlo ‘Pepete I’.
Y ya que va de primacías, José Dámaso, aparte
de encabezar ambas listas es también quien inicia la saga torera de los ‘Rodriguez’ junto a su hermano de padre,
el banderillero Manuel Rodríguez Luque ‘Manolete’ (siglo XIX). (Continuará)
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