miércoles, 5 de noviembre de 2025

DCPS. Calle Medina (y 6)

(Continuación) Una aguja imantada suspendida sobre una Rosa de los vientos que nos indica la dirección del norte magnético, una forma más de determinar el rumbo y mantener una dirección constante durante la navegación que nos permite orientarnos en el mar y, en ocasiones, también en superficies terrestres. Ya que estamos didascálicos, añadir que la expresión “aguja de marear” también tiene otra acepción, ésta en sentido figurado, para referirse ‘a la capacidad de alguien para orientarse o tomar decisiones en situaciones complejas’; una manera de describir a alguien que tiene cierta habilidad para desenvolverse en situaciones difíciles o para tomar decisiones acertadas.

En definitiva, “aguja de marear”, bien como un instrumento esencial de navegación o bien como una metáfora de la humana capacidad de orientación y habilidad para tomar decisiones.

Un hombre del Renacimiento

Pedro de Medina, del que no le había dicho que está sepultado en la sevillana iglesia de San Lorenzo, además de cartógrafo hábil y minucioso, avezado astrónomo, probado matemático, geógrafo eficiente y un válido asesor del Consejo de Indias, fue también un enamorado historiador de la historia de España.

De modo que estamos ante todo un polígrafo español del Renacimiento, un humanista pleno, un hombre que influyó notablemente en todas las expediciones marítimas de su época y posteriores, marcando un antes y un después con sus famosos manuales en el arte de marear.

Toda una personalidad y un hombre de su tiempo que como científico merece ser conocido y reconocido por sus aportaciones en todo aquello que significó el siglo XVI en la era de los descubrimientos y la navegación por mares y océanos. Sirvan estas sevillanas líneas como una discreta mención y sencillo reconocimiento para carrera tan meritoria y significante.

Adenda callejera

Por cierto, y hablando de reconocimientos, un pajarito me avisa de la existencia de unos nexos callejeros sevillanos, próximos en historia, y que no me privo de ponerle negro sobre blanco. Curiosamente, o no, todos ellos están en la orilla de poniente del río Guadalquivir, la del arrabal trianero: uno es la calle Pedro de Mendoza; otro, la calle Juan Díaz de Solís; y estotro, la calle Sebastián Cabot, uno de los rivales de Medina. Dejo estos flecos sueltos para hilvanarlos en otra mejor ocasión.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 28 de julio de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.

 

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1 comentario :

Un sevillano dijo...

¿Qué tal una ciencia agrupada por barrios o por distritos?, una relación de reconocimientos compartimentados. Enhorabuena por el blog en general