(Continuación) b) También pudieron probar que el sistema se comporta tal y como lo predice la mecánica cuántica, es decir, se trata de un mundo que está cuantizado, lo que significa que sólo absorbe o emite cantidades específicas de energía, al estar en niveles cuantizados.
c) Y respecto a la pregunta de
cuál es el tamaño máximo de un sistema, que puede mostrar estos sorprendentes efectos
mecánico-cuánticos, pues ya está la respuesta, en un chip que podemos sostener
en la mano; sí, los fenómenos cuánticos pueden observarse en dispositivos manipulables. Llama
la atención que este pilar de la física moderna, con un siglo de antigüedad ya sobre
sus espaldas, siga ofreciendo sorpresas, novedades y utilidades; y es que la
mecánica cuántica resulta ser la base de toda la tecnología digital me refiero,
por ejemplo, a la criptografía cuántica, las computadoras cuánticas y los
sensores cuánticos. Por cierto, el laureado galardón sueco coincide con la
proclamación de 2025 como Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuánticas, así declarado por la UNESCO, International Year of
Quantum Science and Technology (IYQ).
Y, por último, el pasado miércoles 8 de octubre se anunció, también sobre mediodía (horario peninsular) y de modo compartido, el tercero de los galardones de ciencia concedido al japonés Susumu Kitagawa (1951), el británico Richard Robson (1937) y el jordano estadounidense Omar Yaghi (1965), por ‘el desarrollo de estructuras metalorgánicas’. Una especie de nueva arquitectura molecular, un avance novedoso que permite crear materiales con grandes cavidades en su interior capaces de albergar lo que sea, y que pueden verse como si fueran habitaciones de un hotel de las que los clientes pueden entrar y salir; pues igual las moléculas pueden hacerlo en las cavidades de estas estructuras. Pero es que existe una ventaja extra, sucede que los componentes de estas redes metalorgánicas (MOF por sus siglas en inglés) pueden modificarse para crear nuevos materiales con propiedades distintas, capaces de albergar a todo tipo de moléculas, las que sean. Gracias a este descubrimiento se han podido desarrollar decenas de miles de MOFs con múltiples funciones muchas de ellas cruciales.
Premio Nobel de Química
Y, por último, el pasado miércoles 8 de octubre se anunció, también sobre mediodía (horario peninsular) y de modo compartido, el tercero de los galardones de ciencia concedido al japonés Susumu Kitagawa (1951), el británico Richard Robson (1937) y el jordano estadounidense Omar Yaghi (1965), por ‘el desarrollo de estructuras metalorgánicas’. Una especie de nueva arquitectura molecular, un avance novedoso que permite crear materiales con grandes cavidades en su interior capaces de albergar lo que sea, y que pueden verse como si fueran habitaciones de un hotel de las que los clientes pueden entrar y salir; pues igual las moléculas pueden hacerlo en las cavidades de estas estructuras. Pero es que existe una ventaja extra, sucede que los componentes de estas redes metalorgánicas (MOF por sus siglas en inglés) pueden modificarse para crear nuevos materiales con propiedades distintas, capaces de albergar a todo tipo de moléculas, las que sean. Gracias a este descubrimiento se han podido desarrollar decenas de miles de MOFs con múltiples funciones muchas de ellas cruciales.
Desde extraer del agua (mares, ríos y acuíferos) productos químicos contaminantes del tipo PFAs, los relacionados con el cáncer o medicamentos varios; capturar y almacenar gases tóxicos, entre ellos el dióxido de carbono, CO2, producido en industrias y centrales eléctricas y así reducir su huella de carbono y no contribuir al efecto invernadero. Hasta extraer el agua del aire en ambientes áridos como el desierto; administrar fármacos en un organismo; atrapar el gas etileno de las frutas, para que maduren más lentamente. Pasando por catalizar una reacción química; encapsular enzimas que descomponen trazas de antibióticos en el medio ambiente o conducir electricidad. Graves problemas que afronta la sociedad gracias a las grandes cavidades de estas MOFs cuyas piedras angulares son iones metálicos que están unidos por largas moléculas de carbono. (¿Continuará?)
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