sábado, 4 de octubre de 2025

DCPS. CEI 'Chicle León XIII' (y 2)

(Continuación) Que no es otra que la conocida “Torre dei Venti” o “Torre gregoriana” mandada ser construida en 1582 por Gregorio XIII, sí el del calendario gregoriano, y que aún existen. Me refiero tanto al calendario astronómico como a la torre vaticana, que comenzó a usarse de observatorio meteorológico y astronómico a finales del siglo XVIII bajo el nombre de Specula Vaticana, una de las instituciones científicas más antiguas. 
Con el decreto, León XIII, formaliza la creación del Observatorio Vaticano, a la vez que lanza un mensaje inequívoco a la sociedad: la Iglesia no se opone al progreso científico y el conocimiento de la verdad. No existe conflicto alguno entre Iglesia y Ciencia. En sus propias palabras y en un momento crucial a finales del siglo decimonónico: “La Iglesia no teme a la ciencia, sino que la abraza. La verdadera fe y la verdadera ciencia nunca pueden contradecirse”. Claro que antes habían pasado cosas que no iban precisamente en ese sentido, pero esa es otra historia.

Cuando el cielo no solo se mira con fe

Desde entonces el Observatorio ha sido objeto de posteriores reformas y mejoras, incluyendo la construcción de nuevas instalaciones (Arizona, 1980) y la incorporación de tecnología moderna para la observación y el análisis astronómico. Lo que les permite investigar en nuevos conceptos de cosmología y en el descubrimiento de cuerpos celestes como galaxias, estrellas, exoplanetas, asteroides o meteoritos (pasan por tener una de las colecciones más grandes del mundo). 

Y, naturalmente, publicar en revistas científicas internacionales promoviendo el diálogo entre ciencia y fe, a fin de (intentar) demostrar que Dios no compite con las leyes de la física. A su actual entender, estudiar el universo es una forma más de alabar a Dios, y levantar la vista al cielo no solo es para rezar, también, ...

No sé, quizás el hombre santo pretendía suavizar la fricción de su antecesor con el pisano, tres siglos atrás, ya sabe, la producida por la frase (atribuida) a Galileo Galilei de “La Biblia nos enseña cómo se va al cielo, no cómo va el cielo”. Una cita que, si bien no se encuentra tal cual en sus obras, es una interpretación común del pensamiento expresado en su libro Il Saggiatore (1623) donde argumenta que el libro sagrado era relevante para cuestiones morales y religiosas, pero no para describir fenómenos naturales como el movimiento de los cuerpos celestes. No, no lo es.

Así como la ciencia tampoco puede decirnos cómo “llegar al cielo” en sentido religioso o espiritual, pero sí proporcionarnos información sobre el universo físico y la naturaleza de la realidad, es decir cómo “llegar al cielo” en sentido físico o material. Una cuestión de detalles y sabido es que Dios está en ellos, ¿o es el Diablo? (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 25 de junio de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad. 

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