(Continuación) Un gesto que buscaba demostrar que la Iglesia no tenía nada que ocultar a la historia y simbolizaba una nueva actitud de apertura y diálogo con la modernidad. Un deseo de armonía intelectual entre fe y razón, entre tradición y progreso, entre los valores perennes del cristianismo y las legítimas aspiraciones del mundo contemporáneo.
En
definitiva, avance del conocimiento, sobre todo, claro, en filosofía y teología,
aunque también en determinadas ciencias; recordar aquí el fomento que hace de
la filosofía tomista al impulsar su estudio como una herramienta para la
reflexión teológica y la comprensión del mundo.
O
cómo promueve una visión integral de la verdad buscando acercar la Iglesia a
las realidades cambiantes del mundo moderno.
Ya
hemos apuntado sus inquietudes sociales y su encíclica Rerum Novarum, una
actividad que vino acompañada de un relanzamiento de los estudios sobre el
papado y la creación tanto de instituciones como de escuelas para diferentes
estudios humanísticos.
León XIII y el cine, 1896
Pero este papa no solo fue pionero en estos digamos “intelectuales y
elevados” intereses sociales, no, resulta que, en su particular corriente de
preocupación por acercar la Iglesia a las realidades del mundo moderno,
promover el diálogo con otras culturas y demostrar que la Iglesia no tenía nada
que ocultar a la historia, no le importó ser algo más frívolo, al protagonizar
uno de los hitos históricos de la Iglesia pues, con él, el cine entró
en el Vaticano. Como lo lee.
Tras meses de negociaciones, según la versión más extendida, la Santa Sede autorizó el ingreso de un equipo de grabación al Vaticano en 1896, para rodar una breve cinta (unos 40 s de duración) dirigida por Vittorio Calcina, titulada ‘Sua santità papa Leone XIII’ y que consta de tres partes o escenas.
En la primera, aparece rodeado de obispos; en la segunda, aparecen los
jardines vaticanos y el carruaje papal entra por la izquierda, tirado por un
par de caballos negros y conducido por un cochero; y en la última el papa baja
de su carruaje y es recibido de rodillas por el cardenal Della Volpe, a
quien saluda antes de dar finalmente la última bendición hacia la cámara.
En
las imágenes se puede apreciar a un papa muy anciano,
tenía ya 86 años, en diferentes momentos -sentado en un trono, en los jardines
del Vaticano y dentro del palacio- que pasea, bendice y mira a la cámara.
(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 16
de junio de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.
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