(Continuación) Y son los galardonados con los Premios Nobel de ediciones pasadas, los encargados de otorgar físicamente los Premios Ig Nobel a los suspectos investigadores vencedores de la presente. Ironía fina.
Ya en otro orden de intervinientes reseñar que la ceremonia está
patrocinada por la Sociedad de Estudiantes de Física y la Asociación
de Ciencia Ficción de Harvard-Radcliffe, dos asociaciones vinculadas a la Universidad
de Harvard.
Un acto en el que el público arroja aviones de papel a los ganadores
designados, nada más aparecer en el escenario; tiene intercaladas a lo largo de
toda su duración diferentes intervenciones cómicas y musicales (hasta mini óperas);
y en el que, por supuesto, como en todo lo humano, el tiempo cuenta.
Tempus fugit
Que nos diría el clásico virgiliense, o también ‘el tiempo es oro’, como reza la más actual y proverbial frase que nos invita a ser diligentes en nuestros asuntos a la vez que nos recuerda la brevedad de la vida, por lo que se debe aprovechar el tiempo concedido.
Y que en el caso que nos trae es de un minuto (1 min) o sesenta segundos
(60 s), el tiempo máximo del que dispone cada ganador para relatar, de forma breve
y divertida, en qué ha consistido su investigación.
Ya sabe cosas del tipo del qué, para qué, dónde, cómo, cuándo o por qué pues,
ya se lo habrá imaginado, se trata de un tiempo que nadie respeta y todos sin
excepción lo sobrepasan con creces. Un inconveniente que ha ido a más con los
años y al que se ha puesto un no menos humorístico remedio, al crearse para la
ceremonia la figura de ‘Miss Sweetie Poo’, una especie de paródica cronometradora, en versión
infantil.
‘Miss Sweetie Poo’
Un papel representado por una niña de ocho años que, sentada en el escenario todo el tiempo, garantiza que las presentaciones sean breves y amenas. De modo que cada vez que ella considera que la intervención se alarga más de lo conveniente o resulta demasiado pesada va, se le acerca y empieza a gritarle.
“¡Por favor, deténgase! ¡Estoy aburrida!”, “¡Por favor, deténgase! ¡Estoy aburrida!”, “¡Por
favor, deténgase! ¡Estoy aburrida!” y así hasta que el interviniente se calla.
Oiga, mano de santo lo que consigue la voz de la niña; la ceremonia discurre
como la misma seda en tiempo y forma.
Como verá un papel vital el suyo, para el que ha de cumplir con un
requisito ineludible, siempre ha de tener ocho años de edad, por lo que cada edición
cuenta con una nueva Miss. La pionera tiene ahora 18 años y ya es estudiante de
primer año en la universidad, larga vida a Miss Sweetie Poo. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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