(Continuación) En este caso sobre la radiación electromagnética en este país y la recibió junto al físico neozelandés Ernest Rutherford (1871-1937), quien por sus investigaciones sobre la desintegración de los elementos químicos en el fenómeno de la radiactividad había recibido ya, unos años antes, el Premio Nobel en Química de 1908. (Toda ciencia bien es física o filatelia).
Por
cierto, y para cerrar la circunferencia, la titularidad de la medalla conocida como T.
K. Sidey Medal
responde al nombre de Thomas Kay Sidey (1863-1933), político neozelandés
reconocido entre otras actividades por su, sí es lo que se está imaginando,
firme defensa del horario de verano. Estas cosas pasan, cierro
paréntesis.
¿Por qué se cambia la hora?: William
Willet
Como ya
hemos visto, no fue el bucólico e interesado aleteo de una mariposa hudsoniana (1895)
lo que hizo que, al menos, una parte de la humanidad se tomara en serio la idea
del cambio de hora, pero no es menos cierto que tampoco hubo que esperar mucho.
Diez años más tarde, en 1905, el constructor británico William Willett (1856-1915) retomaba la idea, para algunos de forma interesada, ya que era un amante de la naturaleza y un aficionado a los deportes y las actividades al aire libre. Le gustaba dar cada día un paseo a caballo al amanecer y también era un ávido golfista vespertino.
Fue durante
esos paseos cuando observó que ninguno de sus vecinos se había levantado a
pesar de que había salido el Sol, tenían las cortinas echadas, las ventanas
cerradas y la luz del día, por tanto, desperdiciada
Y como él
quería más tiempo por la mañana para cabalgar, y después poder jugar al golf sin
que se le hiciera de noche tan pronto, se lo pensó y planteó su idea de adelantar
los relojes, pero como un bien general. Todos aprovecharían mejor la luz solar a
la vez que obtendrían un ahorro de energía y por tanto económico para la sociedad.
‘The Waste of Daylight’, 1907
Planteado y hecho. Dos años después, en 1907, repartió por el vecindario un panfleto titulado ‘The Waste of Daylight’ (El desperdicio de la luz del día), donde entre otras cosas decía: ‘Todos aprecian las tardes largas y ligeras. Todos lamentan su escasez cuando se acerca el otoño; y todos se han pronunciado para lamentar que la luz clara y brillante de una madrugada durante los meses de primavera y verano rara vez se ve o se usa’. (Continuará)
[*]
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sobre ellas.
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