(Continuación) Desde el punto de vista científico ha de saber que, en ese último tercio del siglo XIX, aún se desconocía casi todo de la corona solar y no existía consenso en cuanto a su naturaleza. De esa especie de aureola de fuego que rodea, solo en los eclipses totales, el cuerpo oscuro de la Luna, unos pensaban que era un efecto producido por la atmósfera de la Tierra mientras que otros consideraban que pertenecía al propio Sol. La importancia de este eclipse radica en el hecho de que las fotografías tomadas y las mediciones realizadas resolvieron la duda dando la razón a los segundos. La corona no está causada por la atmósfera de la Tierra, sino que pertenece, es una parte intrínseca, al Sol.
Observatorio
sevillano
Pero el jerezano no fue el único que se montó en Andalucía, uno mucho más modesto que el estadounidense fue el que dispuso en la orilla sevillana del Guadalquivir, y con centro operativo en la misma Torre del Oro, el abuelo de los Machado, el gaditano Antonio Machado Núñez (1815-1896). Colocó, en posiciones determinadas y precisas, a diez parejas de observadores provistos de un modesto equipamiento científico, tan modesto que consistía sólo en unos anteojos de poca potencia o gemelos de teatro en su defecto, cristales ahumados, un reloj y papel y lápiz para anotar con exactitud por dónde y a qué hora estaba proyectada en el suelo la sombra solar. Nada más.
Por los datos con que se cuenta, desde ese punto, que se encontraba a una distancia de la línea central del eclipse de setenta y nueve kilómetros (79 km), el máximo del eclipse se produjo a las 12:16:57 hora local (UTC + 00:00), duró veintisiete segundos (27 s) y tuvo lugar con una cobertura de nubes del cincuenta y ocho por ciento (58 %). Y como nos narra el propio Antonio Machado Núñez, pero más como hombre emocionado que como riguroso científico, cuando el astro empezó a oscurecerse y las tinieblas cubrieron el río y los perfiles de la ciudad:
“Un tinte cadavérico se reflejó en los semblantes. (...)
El eclipse, aunque pasajero, afectó hondamente a las gentes sencillas y
personas ilustradas; el ánimo de todos continuó luego contristado”. Por
cierto, estuve hace unos días y en el Museo no existe ninguna
constancia documental o gráfica de esta observación astronómica.
[**] El
original de esta entrada fue publicado el 30 de mayo de 2022, en la sección DE
CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.
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