lunes, 28 de febrero de 2022

“Diamante, Diamante…” [CR-172]

[Esta entrada apareció publicada el 18 de febrero de 2022, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

El título alude a un perro normal de compañía, uno algo travieso, aunque nada del otro mundo no crea, lo que no quita para que una de sus travesuras tuviera una enorme trascendencia en la historia de la ciencia, por lo que resultó ser ¡un perro de cuidado! Uno normal le decía, cuyo dueño fue alguien, esto se lo digo ahora, que nunca tuvo nada de común, más bien todo lo contrario.

Nada en absoluto porque le hablo del científico Isaac Newton (1642-1727), el hombre más decisivo en la historia de la Humanidad, junto a Albert Einstein y, quizás, Arquímedes

Un personaje sobre el que no escasean citas y anécdotas, y la del incidente perruno bien pudo ser uno de los desencadenantes del oscurecimiento que, en sus facultades mentales, sufrió el genio en la última década del siglo XVII.

Un acontecimiento doméstico que según ciertos historiadores tuvo que ver con el hecho de que un día, don Isaac, al marcharse a la capilla para cumplir con sus preceptos religiosos, se dejara una vela encendida sobre la mesa de trabajo. Y parece ser que en la ausencia su perro favorito, un tal “Diamand”, tiró la vela iniciando un incendio, un aciago accidente que destruyó gran cantidad de anotaciones, cálculos y manuscritos del científico que se encontraban en la dependencia.

Una desgracia para la ciencia ya que fueron insustituibles, y una de las causas de la gran depresión nerviosa del genio en 1692. Una caída intelectual que vino acompañada de una permanente crisis nerviosa, prolongados insomnios y un estado de irritación continuo que padeció durante dos años. 

Un desastre intelectual irreparable. Y al que, de acuerdo con otros historiadores, contribuyó también un revés más personal, el protagonizado por la ruptura y distanciamiento que, hacia 1693, experimentó su amistad con el joven matemático y astrónomo suizo Fatio de Duiller, iniciada una década antes.

Un discreto científico y admirador de la teoría de la gravitación newtoniana que fue su compañero en el amor por las matemáticas, la investigación y los animales; una amistad íntima que algunos historiadores consideran de tipo sentimental y que terminó por romperse en 1694. 

Recordemos que Newton cayó en una gran depresión un par de años antes, coincidente con las fechas en las que Fatio marchó de su lado. Sí, quizás fuera otro detonante, podría ser.

A propósito del incendiario incidente perruno, le dije que la pérdida de sus trabajos le produjo una impresión tan penosa que enfermó su cuerpo y debilitó su inteligencia durante algún tiempo, sin embargo, ateniéndonos a los comentarios de algunos presentes, y ante la vista del irreparable desastre producido, el genio se limitó a decir: ‘¡Ah Diamante, Diamante, nunca sabrás el daño que me has hecho!’. A saber.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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