viernes, 26 de febrero de 2021

Aspirina y el papa Francisco

(Continuación) O ‘con la iglesia hemos topado’, que reza el quijotesco tópico literario convertido en expresión coloquial y usado para expresar, bien la inconveniencia de que la Iglesia se mezcle en determinados asuntos o bien la frustración que produce su mera existencia, así como la de cualquier otra institución en sentido amplio. Le digo esto porque, aprovechando el tirón mediático del fármaco, tengo un apunte más, relacionado con el papa Francisco.

Su lado científico

No es muy conocido que, antes de llegar a ser siquiera sacerdote, el argentino Jorge Mario Bergoglio (1936) fue un joven que en su etapa escolar mostró cierta atracción por las ciencias en general y por la química en particular. Un interés que le llevó a estudiar un curso de ingeniería técnica química (no acabó la carrera) y que le permitió trabajar en un laboratorio realizando análisis bromatológicos.

Ya como papa (2013) ha seguido mostrando su curiosidad por las ciencias en diferentes campos, entre ellos: la astronomía (“La astronomía nos hace pensar en los ilimitados horizontes del universo e incita preguntas como ¿de dónde venimos, hacia dónde vamos?”), en una videollamada de 2017 con los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional, ISS ; la biología evolutiva (“La evolución y Dios no son excluyentes, todo lo contrario, van de la mano”), frase pronunciada en un discurso ante la Academia Pontificia de las Ciencias de la Santa Sede.

La ecología (“La Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería... el deterioro del medio ambiente y de la sociedad afecta a las personas más vulnerables del planeta”), una crítica que aparece en su encíclica Laudato Si (Alabado Seas) del 2015. Y la cosmología (“El Big Bang es pertinente como teoría del origen del Universo, y no se contradice con la noción de la Creación, sino que por el contrario, la exige”), en un algo tenso encuentro que mantuvo con el renombrado científico británico Stephen Hawking (1942-2018).

A modo de despedida

Por supuesto que el hombre de Dios no es un científico ni ha publicado ninguna investigación en ese sentido, siendo sus estudios mayoritariamente teológicos, pero es de destacar su posición junto a la ciencia, máxime si representa a la creyente institución que representa y su pasado acientífico.

Pues bien, también para nuestro fármaco, el reformista papa Francisco, ducentésimo sexagésimo sexto, 266.º, y actual papa de la Iglesia católica, la Iglesia cristiana más numerosa, tuvo unas palabras a pocos meses de ser octogenario, “La oración no es una aspirina o un negocio…”. Que, dicho así, la verdad no sé qué pensar, pero claro, si lo dice quien está considerado como el “vicario de Cristo”, es decir el que está “en lugar de”, entonces la cosa puede que así sea, pero la verdad le digo, no lo sé.

Sirva de despedida la aseveración entre religiosa, farmacéutica y mercantil del papa con estudios de técnico químico, que algo tendrá el agua cuando la bendicen que dijo aquél otro. Sin duda alguna la Aspirina es todo un cajón de sastre.  

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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