martes, 30 de abril de 2019

‘Es imposible que caigan piedras del cielo’ (1)

‘Porque en el cielo no hay piedras’. Con tan firme aseveración se dejó caer a finales del siglo XVIII, el que está reconocido por todos como el Padre de la Química Moderna. Nada menos que el francés Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794), uno de los grandes de la Ciencia.
Y no es que fuera, éste de las piedras que caen del cielo, un asunto que hasta ese momento le hubiera preocupado lo más mínimo. En absoluto. Él andaba en otros menesteres por aquel entonces, pero es que, dado su gran prestigio científico, fue requerida su opinión como particular destacado, primero, y su informe técnico como experto, después.
Pero todo este enigma de las piedras extraterrestres había empezado tiempo atrás, y en realidad lo hizo con una sola piedra.
La piedra de Lucé
La que cayó en la tarde del 13 de septiembre de 1768, en la localidad francesa de Lucé. Una caída desde los cielos, que fue presenciada por una gran cantidad de gente en un día despejado y de la que, además, se recogieron numerosas muestras rocosas. 
Un incidente que naturalmente corrió de boca en boca por las localidades del interior del país, hasta que llegó a París y por ende a los oídos de los científicos que, en esa época, tenían otra idea muy distinta acerca del origen de lo que ahora llamaríamos meteoritos.
Para la ciencia estas piedras eran de origen volcánico, si bien es cierto que en el caso de Lucé no existían volcanes en activos en sus proximidades. O quizás rocas que habían sido alcanzadas por un rayo y de ahí, los evidentes signos que mostraban de haber estado sometidas a elevadas temperaturas.
Estas eran las hipótesis de la, por entonces, principal institución científica, la Academia de Ciencias de París. Ella no aceptaba la posibilidad de que pudieran caer piedras del cielo, por mucho que centenares de testigos afirmaran haber visto bolas de fuego que bajaban del cielo. No obstante, es una característica de las ciencias, la institución de algún modo diferenciaba lo imposible de lo poco probable.
En busca de respuestas
Y en esas estaba cuando, en 1772, la Academia Francesa organizó una comisión de científicos presidida por Lavoisier, para que investigara este misterioso fenómeno celeste. Y tras someterla a pruebas físicas y análisis químicos, concluyó que se trataba de una piedra terráquea, en concreto mineral pirita, que había estado en ese sitio desde tiempo inmemorial.
Pensaba que lo más probable es que hubiera sido alcanzada por un rayo de alto voltaje eléctrico, como probaban su aspecto físico y negro color. Es más, alegaba su alto contenido en hierro (Fe) como la causa de haber sido el blanco elegido por la descarga eléctrica natural que es el rayo. Lo que tiene su lógica. (Continuará)
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