Leónidas, 2018 (3)

(Continuación) Ya saben que las lluvias de estrellas no son más que el resultado del paso de nuestro planeta, por el enorme rastro de partículas que un cometa va dejando en su trayectoria. Al atravesar dicha región del espacio, algunas de estas partículas penetran en nuestra atmósfera y arden en las alturas desintegrándose en apenas unos segundos.

Pocos segundos, apenas unos instantes, pero suficientes para que en su proceso de combustión nos dejen unas llamativas estelas brillantes que, popularmente, conocemos como estrella fugaz, visibles en el cielo nocturno a simple vista. Y aclarado lo de su procedencia o radiante, vayamos con el cometa que las origina.

En el caso de las Leónidas, el cometa en cuestión que las origina es conocido de forma oficial como 55P/Tempel-Tuttle, más comúnmente como cometa Tempel-Tuttle y, de un tiempo para acá, como “el cometa que da lugar a las Leónidas”. En fin, qué se le va a hacer, es el destino de algunos.

Dicho cometa fue descubierto, primero, en 1865 por el astrónomo alemán Wilhelm Tempel (1821-1889) y meses después, en 1866, por el astrónomo estadounidense Horace Parnell Tuttle (1837-1923), estando comprobado que lo hicieron de forma independiente. Así que doble autoría.

De lluvia a tormenta de estrellas

Les decía que lo normal, este año es un buen ejemplo de ello, es que las lluvias tengan una intensidad en torno a los diez y quince meteoros por hora (10-15 met/h), pero han de saber qué, en ocasiones, las Leónidas han dejado picos de actividad realmente espectaculares.

Pues bien, cuando ese pico supera los mil meteoros por hora (1000 met/h), a la lluvia se la denomina tormenta de estrellas, un fenómeno celeste de máxima intensidad que tiene lugar cada treinta y tres años (33 a).

Que es aproximadamente el tiempo que el cometa Tempel-Tuttle tarda en completar una vuelta alrededor del Sol, volviendo a dejar al pasar por nuestro planeta, una mayor cantidad de resto de polvo y materiales, lo que hace que se produzca ese espectáculo maravilloso que llamamos “tormenta de estrella”. (Continuará)

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