(Continuación) Ya, ya. Me consta que no todo el mundo considera a las
citadas como verdaderas artes, así que la lista “artística” está elaborada con
todas las reservas del mundo. Que ya sabemos cómo son los artistas y que fina
tienen la piel de la sensibilidad.
Centrándonos en estos últimos, sobre todo en los arquetipos de científicos
que aparecen en novelas, cómics, cine y televisión, me vienen a la memoria unos
cuantos personajes de ficción que seguro les sonarán. Ya que muchos de ellos
están enrocados [utilice el Buscador del blog] les expongo aquí sólo un
prontuario.
Un breve
prontuario
Me estoy refiriendo entre otros: al insólito detective científico Sherlock Holmes; al decimonónico y
extraño doctor Victor Frankestein;
al raro profesor Tornasol de las
aventuras de Tintín; o a Julious Kelp y su ‘alter ego’ Buddy Love, del film El Profesor Chiflado.
Naturalmente que también al divertido profesor
Bacterio de las historietas de Mortadelo
y Filemón; el singular profesor
Franz de Copenhague del semanario de historieta TBO ; o al sorprendente inventor Wayne Szalinski, de la cinematográfica Cariño, he encogido a los niños.
Siguiendo con el mundo del cine y basados en científicos reales, cómo no
citar: al arriesgado matemático John
Nash, protagonista de Una mente
maravillosa (2001); el lúcido físico Stephen
Hawking de La teoría del todo
(2014); el espléndido matemático Alan
Turing personaje central de The
imitation game (2014); o el matemático autodidacta Srinivasa Ramanujan en El
hombre que conocía el infinito (2016).
Y dentro del mundo de la televisión no puedo dejar de nombrar a un par de
ellos. Uno el profesor Frink de la
televisiva serie amarilla y otro, bueno bien dicho otros, los cuatro (4) jóvenes
excéntricos de The Big Bang Theory,
encabezada por el inefable Sheldon
Cooper. (Toc
toc, Penny, toc toc, Penny, toc toc, Penny). Unos frikis
donde los haya.
Pero ésta es solo mi lista, y aunque se trate de un prontuario puede ser tan
larga como usted sea capaz de alargar si bien, muy probablemente, los clichés
de los especímenes no difieran mucho de los ya nombrados.
Desde el científico loco y distraído, el investigador débil y pusilánime o el
experimentador aislado en la torre de marfil de sus investigaciones y ajeno a
las preocupaciones del común de los mortales. Hasta el estudioso que pertenece
a la élite social, la persona que como científico es generosa y desprendida o
el intelectual que recibe reconocimientos y honores sociales.
Sin olvidarnos de los científicos que se vieron sometidos a situaciones
trágicas de la vida por razón de enfermedad, persecución por ideología,
homosexualidad, género, etcétera. Y otros tanto que se me habrán pasado.
Unas personas que en cualquier caso, gracias a su formación científica y “rareza
personal”, son capaces de llevar a cabo investigaciones
bizarras , que soltado a sí a bote pronto incita a una pregunta: ¿Existen las investigaciones bizarras?
Como se pueden imaginar, esta será la siguiente entrada en el avance
principal de este estudio.
Pero no puedo acabar ésta sin dejar de nombrarles un par de detalles que
me han llamado la atención, y que como nexos tengo para mí que prometen. Ya
saben que me gustan muchos estos vínculos.
Uno es de naturaleza, podríamos decir, etimológica y aunque ya es antañón me
atrae bastante, su titular: ¿De dónde procede la palabra científico? El otro es mucho más actual y me divierte bastante,
me refiero a la extravagante imagen de los científicos de la serie The Big Bang Theory.
¡Qué trabajo nos manda el Señor!
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