miércoles, 23 de agosto de 2017

Más animales que se drogan: Renos y 'amanita'

Hace ya casi un mes me comprometí a que en cuanto pudiera, profundizaría algo más en las cadenas de drogadictos que existen en la naturaleza animal. Y éste es el momento en el que puedo, de modo que lo hago con la que ya les adelanté, esa en la que intervienen la Amanita muscaria, el reno y el hombre.
Amanita muscaria y renos
Ya hemos escrito de la primera, la seta venenosa y psicoactiva. Una alucinógena que el hombre desde tiempo inmemorial ha consumido para experimentar sensaciones de euforia, embriaguez y bienestar. Dejémoslo ahí.
Pero los humanos no somos los únicos seres de este mundo en percatarnos de sus extraordinarias propiedades. También lo han hecho muchos otros animales entre los que se cuenta el reno, un mamífero artiodáctilo cuyo hábitat original son la tundra y la taiga del hemisferio norte, y que literalmente bebe los vientos por estas setas.
Lo de beber los vientos, como se habrán imaginado, es sólo una manera coloquial de hablar, una licencia que les ruego me perdonen, pero es que describe a la perfección la situación. Verán.
Resulta que estos animales buscan desesperadamente a las susodichas setas y en cuanto las encuentran, comienzan a mordisquear algunas partes del sombrero de la misma. Una actividad que hacen de vez en cuando, como sin prisa, pero también sin pausa.
Y por lo observado, ya con la primera ingesta es más que suficiente para que empiecen a vagar “alegremente” por el bosque experimentando, según los expertos, un más que agradable estado de ebriedad que en opinión de algunos es una sensación similar a la del vuelo libre.
Vamos que los renos se lo pasan de miedo cuando ingieren pequeñas cantidades de Amanita muscaria, de ahí que la busquen con frenesí como algunos hombres, sólo que nosotros somos unos animales más listos. Por eso, los que pueden, no se dedican a la engorrosa tarea de buscar las setas sino que prefieren, la más cómoda de seguir a los renos que lo hacen por ellos.
Renos y chamanes
Es lo que al parecer han hecho desde hace miles de años, y siguen haciendo, los chamanes siberianos y de otras regiones del norte de Europa y Asia: seguir a los renos, beber su orina y comer su carne, para así conseguir los efectos alucinógenos de la amanita que han ingerido y digerido previamente.
Una manera animal de compartir experiencias psicoactivas.
Como sabrán el chamán es el individuo que en determinadas culturas, de comunidades por lo general cazadoras y recolectoras, cumple el papel de depositario de la sabiduría y con dicho depósito, supuestamente, la capacidad de modificar la realidad, sin que este fenómeno responda a una lógica causal. Es decir por arte de magia o birlibirloque. O sea.
Naturalmente esto no ocurre, o no está demostrado que así sea por ahora, sino que más bien lo que cambia es la percepción colectiva de esta realidad, ocasionada por la inducción psicológica y la ingesta material de ciertos productos. De ahí las falaces y suspectas, por extraordinarias,  capacidades paranormales del chamán.
Entre otras las de hacer predicciones adivinatorias, invocar y comunicarse con los espíritus, ejercer prácticas curativas mediante supuestos poderes ocultos y productos naturales, presentar habilidades visionarias, etcétera. Lo que se dice “tener un don”.



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