"Cegado por la ciencia” es el título del exitoso EP publicado por la compañía discográfica multinacional EMI en 1982, y del que es autor el
músico Thomas Dolby (1958). Otro día
les hablo de él y su "apellido".
Volviendo al disco, en un estilo new wave-synthpop-electrónico, el vinilo consta
de tres temas por cara, de títulos a cada cual más sugerentes, juzguen ustedes
mismos si no: Ella me cegó con la ciencia
(versión corta), Uno de nuestros
submarinos, Energía eólica, Volando hacia el norte, Ondas en el aire y Ella me cegó con la ciencia (versión
larga).
No me negarán que desde el punto de vista de la ciencia, prometer, lo que
se dice prometer, el disco promete. Ya les he enrocado Ella me cegó..., de modo que dejo las otras canciones (título y
letra) a su consideración por si encuentran algún nexo científico a destacar.
Si acaso, de la siguiente, Uno de
nuestros submarinos, les apunto algo que me ha llegado a última hora
mientras cerraba esta entrada. Parece ser que la historia que narra está basada
en un tío de Thomas, que durante la Segunda
Guerra Mundial (SGM) sirvió en un submarino que, por desgracia se hundió.
Pero no en combate según el músico, sino por un accidente mecánico durante
unas maniobras rutinarias. Eso según Thomas, un servidor de ustedes no lo tiene
nada claro. Por si están interesados en seguir el rastro de esta pista, les
adelanto que se trataba del HMS P48.
Un submarino de la clase U de la Marina Real, que se hundió el día de
Navidad de 1942 con sólo unos meses de servicio, y al que se dio por
desaparecido unos días después, el cinco de enero siguiente ¿Se hundió o lo
hundieron?
Bombas
nucleares
En cualquier caso, cuarenta años después del hecho bélico, ahí estaba el
homenaje musical al submarino y su tripulación, por parte del sobrino de uno de
ellos, nuestro Thomas Dolby. Y ya
que hablo de fechas no puedo dejar pasar un oportuno vínculo temporal científico-bélico.
Todos sabemos que el segundo conflicto armado del pasado siglo XX acabó en
1945 con los lanzamientos desde sendos bombarderos B-29, de las bombas
nucleares bautizadas como Little Boy
y Fat, .
Se hizo sobre las ciudades japonesas de Hirosima y Nagasaki, una el 6 de
agosto a las 8:14 (hora local) y la otra el 9 de agosto a las 12:01 (hora
local). Unos ataques que precipitaron en cuestión de días el final de la SGM. Tan
horribles resultaron sus efectos.
El bombardeo nuclear fue la exitosa culminación de lo que se conoció como Proyecto Manhattan, que se puso en marcha
a finales de 1942 en Los Álamos, Nuevo Méjico, al sur de las Montañas Rocosas.
Y que tenía como objetivo principal de investigación la separación de los isótopos de uranio (U), pues no todos eran
útiles, energéticamente hablando, para la bomba nuclear.
Un proyecto en el por cierto nunca participó Albert Einstein, el genio nunca formó parte de él, y que tuvo uno
de sus momentos culmen el 2 de diciembre de 1942 (recuerden el hundimiento del
HMS P48) en la ciudad de Chicago.
Más en concreto bajo las graderías del estadio Stagg Field de la
Universidad de Chicago, donde un equipo de científicos dirigido por el físico
italiano Enrico Fermi (1901-1954), lograba
iniciar con éxito la primera reacción
nuclear en cadena controlada, a las 3:00 de ese día 2 de diciembre.
Lo hizo en la Pila Chicago-1 (CP-1),
el primer reactor nuclear autosostenido de la historia, y desde ese mismo improvisado
laboratorio se comunicó al presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, mediante el
siguiente mensaje cifrado: “El navegante
italiano ha desembarcado en el nuevo mundo”. Toda una metáfora.
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