(Continuación) Como bien saben la máquina
de vapor ya estaba instalada en la sociedad occidental desde finales del
siglo XVIII, y fue gracias a su presencia hasta mediados del XIX que se produjo
la Primera Revolución Industrial.
La misma que dio lugar al rápido desarrollo económico de algunos de los
principales países de la Europa Occidental y de los Estados Unidos y que
produjo numerosos avances en muchas de las actividades humanas, aparte de la aeronaútica y la comunicación. Por ejemplo en el transporte terrestre, al que el ilustrador francés J. M. Côté ve de una forma tan
imaginativa como ingenua.
Del dibujo que les traigo me llaman la atención varios detalles. Se trata
una preciosa casa rodante sobre cinco (5) ruedas, de la que no distingo bien si
es de madera o ladrillos, aunque parece de considerable tamaño. Entre las dos terrazas
laterales y la azotea visitable se pueden contar hasta diez (10) personas y en
la parte delantera podemos ver al conductor, ¿sentado o de pie?, del vehículo.
Del motor que la impulsa no vemos nada, salvo que tiene toda la pinta de
ser de vapor, lo digo por la chimenea humeante que sobresale al final.
Un último detalle. Resulta curioso que la revolución industrial no llegara
a las carreteras. Observen que, al menos ésta de la ilustración, sigue siendo
de tierra. Ni asomo de algo de la sencilla grava o del duro asfalto que facilite
el deslizamiento y evite el embarrado. (Continuará)
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