(Continuación)
No crean que estamos ante un asunto menor, con este del cuerpo femenino y sus
similitudes crono-musicales. Y buena prueba de ello es que en la Universidad de
Harvard se hizo hace unos años un estudio al respecto.
Del
mismo se desprendía que estas macizas mujeres “de voluptuosas curvas”, tienen
unos niveles hormonales por encima
de la mayoría de sus congéneres. Un alto valor cuantitativo que implicaría una
mayor fertilidad, lo que explicaría a su vez la preferencia que los hombres
muestran por ellas.
Estamos
pues ante los biológicos instintos de supervivencia y trascendencia, tan
humanos y científicos ellos. Los mismos que por otro lado, no andan muy
alejados del mandato bíblico ‘Creced y
multiplicaos’, también tan humanos pero crédulos.
¿Ciencia
y creencia de la mano?
Pues
no lo sé, ni a ciencia cierta ni por la fe del carbonero.
Por
más datos les diré que el estudio se realizó con ciento diecinueve (119) mujeres
que se categorizaron en cuatro (4) grupos: de pechos grandes y cintura fina, de
senos voluminosos y cintura ancha, de busto pequeño y cadera estrecha y, por
último, de pechos pequeños y cintura ancha.
Pues
bien el primer grupo mostró niveles de hasta un veintiséis por ciento (26%) más
altos de la hormona 17β-estradiol, una
hormona esteroide sexual femenina, de nombre (IUPAC) sistemático (17β)-estra-1,3,5(10)-triene-3,17-diol y fórmula
química empírica C18H24O2.
Por
otro lado el estudio tambén mostró que todos los grupos de mujeres con la
cintura fina presentaban cantidades mayores de progesterona, la hormona esteroidea involucrada en procesos como el
ciclo menstrual femenino, el embarazo y la embriogénesis de humanos y otras
especies animales. Su nombre (IUPAC)
sistemático es 4-Pregnen-3,20-diona y su fórmula química empírica C21H30O2.
Y a
nadie escapa que la abundancia de ambas hormonas en una mujer, tiene toda la
pinta de ser un magnífico indicador de la alta probabilidad que tiene de
quedarse embarazada. Un fuerte atractor por tanto, para el instinto de
procreación que anida siempre en el macho. Nunca dejamos de ser lo que somos.
Chanel nº 5
Aún
no había nacido Norma, la mujer de
nuestra historia, cuando la gran modista Coco
Chanel presentó su nuevo y después archifamoso perfume. Le había pedido a
sus especialistas en aromas que fabricaran una esencia “con olor a mujer”, y
éstos le sintetizaron varias muestras. Al parecer, tras una serie de pruebas,
la quinta (5ª) muestra que le
presentaron fue la que le encantó, y dicen que la eligió por instinto.
Después,
como es natural, decidieron lanzarlo al mercado y la promoción salió en el mes
de mayo, es decir el quinto (5º) mes del
año, y además en los mentideros del mundillo de la moda se decía que el cinco (5) era el número de la suerte de mademoiselle
Coco.
¿Cómo
ve lo de los cinco? ¿Demasiados quizás? ¿Coincidencia? ¿Casualidad? ¿Una señal
del destino? Vaya usted a saber.
Lo
único cierto es que la modista no tuvo ninguna duda sobre el nombre que le
pondría al perfume, Chanel nº 5, y
del que seguro saben que desde el principio tuvo un enorme éxito comercial,
gracias a su excepcional composición química.
Excepcional
porque mientras en esa época los perfumes se preparaban a base de una sola
flor, el Chanel nº 5 tenía su esencia compuesta por al menos cuatro (4):
ylang-ylang, azahar, rosa y jazmín. (Continuará)
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