Otoño es la época del año en la que la duración del día se acorta de forma más rápida.
Por las latitudes de la península ibérica, el Sol “saldrá” por las mañanas un poco más tarde cada día que el anterior, y por la tarde se “pondrá” antes. Naturalmente este acortamiento del día es más apreciable por las tardes.
Se estima que por esta época, el tiempo en el que el Sol está por encima del horizonte disminuye en casi tres minutos (3 min) cada día.
Mirando al cielo
Con las precauciones adecuadas -las observaciones las debemos realizar en fechas cercanas a la luna nueva o novilunio (1 de octubre, 30 de octubre y 29 de noviembre), salvo que lo que queramos observar sea la propia Luna-, la observación nocturna del cielo otoñal nos ofrecerá algún que otro espectáculo celeste, tanto predicho como no. Empezando por nuestro satélite, en este otoño veremos tres lunas llenas o plenilunios, cada veintinueve (29) o treinta (30) días. Serán los días 16 de octubre, 14 de noviembre y 14 de diciembre.
Durante este otoño no se producirá ningún eclipse.
Y en lo respecta a la visibilidad de los planetas, al amanecer será visible Júpiter, mientras que Urano lo será toda la noche al principio de la estación, pasando a mediados del otoño a ser visible únicamente en el cielo vespertino junto con Venus, Marte y Saturno.
Lluvias de meteoros
Aun sin disponer de ningún telescopio ya saben que se pueden observar las lluvias de meteoros que se producen ocasionalmente en cualquier estación del año. La primera lluvia de meteoros importante del otoño es la de las Dracónidas, cuyo máximo se dará dentro de un par de semanas, hacia el 8 de octubre.
Otra lluvia de meteoros popular en esta estación es la de las Leónidas, que se da alrededor del 17 de noviembre y que ocasionalmente llega a ser muy intensa.
Y por último, en orden cronológico pero no por ello menos importante, se producirá la lluvia más intensa de todas, que suele ser la de las Gemínidas, cuyo máximo ritmo se da alrededor del 13 de diciembre.
Otras observaciones
Si disponemos de algún pequeño telescopio o en su defecto de unos prismáticos grandes, dotados de un filtro lunar adecuado, podremos enfocarlos hacia Selene y observar su relieve, la superficie de la Luna. Aunque se trate de una actividad en apariencia sencilla, no crea que su visión le saldrá bien a la primera. No.
Para ello deberá escoger una buena fecha e ir observándola noche tras noche, mientras va creciendo su iluminación. (Continuará)
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