De menos antiguo a más, una es la de 1816, el año sin verano y los dos monstruos que vieron la luz en Villa Diodati.
Una mezcla del arte de la literatura de terror y la ciencia ficción que aún estamos enrocando, y que continuará en unos días con otra ciencia, la geología.
Y otra, más alejada en el tiempo aunque no mucho apenas un mes, es la de la otrora iglesia de Santa Bárbara de Llaneras, entre Oviedo y Gijón, hoy Templo del Caos entre cuyas paredes tienen cabida el arte del grafiti y el deporte del skate.
Pues bien, a este combinado de literatura, ciencia ficción, grafiti y skate le añadimos ahora un nuevo componente, el cine.
Como pueden ver, el buen y anónimo seguidor no ha podido estar más sembrado.
Por lo que me informa, resulta que a medidos del noviembre del año pasado, en dicho edificio tuvo lugar la proyección del filme Drácula del director estadounidense Francis Ford Coppola.
El Templo del Caos interrumpió por un día la práctica deportiva del skate, para proyectar en su interior el Drácula cinematográfico basado en la novela de Bram Stoker.
Deporte por cine, ¿por qué no?
Ya se podrán imaginar que la celebración vino acompañada del mejor estilo “draculino”, ya me entienden: entorno oscuro, ambiente de luces rojas, sopas de ajos, ‘bloody mary’, etcétera.
Y por supuesto el filme se proyectó en una pantalla que se situó en el antiguo altar, ¿dónde si no?
Por cierto, como seguro saben, el templo está grafiteado por el artista Okuda.
Sí, el mismo artista de la estación de Metro de Madrid de la que les hablé hace unos días. El mismo ferrocarril subterráneo cuyas obras empezaron tal día como el pasado día 19 de de hace un siglo.
En fin. Lo dicho, una entrada muy interconectada. Por cierto, ¿por qué se llama Templo del Caos?
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