martes, 6 de septiembre de 2016

Perkin, pionero de la química industrial (y 3)

(Continuación) De hecho tres (3) años después, en 1859, el químico francés François-Emmanuel Verguin (1814-1864) descubría el segundo colorante sintético, éste de color rojo y nombre fucsina, un compuesto básico de trifenilmetano y fórmula C20H17N3Na2O9S3.

Así que en plena Primera Revolución Industrial, Perkin había creado una nueva industria. La industria química, que aún en la actualidad es una de las más potentes y goza de muy buena salud.

Pero no quedó en el terreno industrial la influencia del tinte malva. Campos en principio tan dispares entre sí como el de la moda y la ciencia, también se vieron afectados.

Tinte, industria química, ciencia y moda
Sirva como pequeño apunte de lo que les digo, el saber que fue la posterior colaboración entre universidad e industria, la que convirtió a Alemania en el centro indiscutible de la industria química del tinte artificial.

Un liderazgo con importantes consecuencias culturales y sociales a lo largo del siglo XX, de todos conocidas.

Un entramado de empresas tintoreras, el de mediados del XIX, que con el paso del tiempo dieron lugar al nacimiento de conocidos “gigantes químicos”, algunos de cuyos nombres seguro les suenan por lo que los omito.

De entre ellos, por ponerles un ejemplo, en la actualidad destaca la industria farmacéutica en su conjunto.

Pero con la popularización del color, Perkin no solo transformó el sector industrial.

También hizo lo propio con el de la ciencia teórica, al relacionar la estructura microscópica de las moléculas de los tintes y una de sus propiedades macroscópicas más visibles, el color.

Habrá que volver sobre esta deriva científica en otra ocasión, pues por su importancia y trascendencia bien merece un tratamiento aparte.

Porque ahora debemos dejar constancia de que en muy poco tiempo, los tintes derivados del alquitrán de hulla estaban por todos lados y en todos los colores y tonalidades: púrpura, amarillo, verde, negro, rojo, azul, etcétera.

Dicho de otro modo, con los sintéticos había llegado la liberación del color al hombre. Y gracias a ellos la moda se volvió más llamativa y, sobre todo, los colores brillantes dejaron de ser un producto exclusivo de las clases más acaudaladas.

Era el principio del fin de una codificación por colores de las jerarquías sociales.

Podría servir como ejemplo descriptivo de la nueva situación social, una expresión que leí hace tiempo no recuerdo donde, decía algo así como, “arcoíris democrático para todos”. Pues eso.

Y como imagen de la misma, la de la empresa creada por nuestro hombre y su familia, la Perkins & Sons, con su primer tinte que resultó ser el más colorido y permanente de todos lo que habían existido hasta entonces.

De ahí su éxito. Un éxito también comercial que supuso el pronto enriquecimiento de un joven Perkin, a partir de registrar esa patente. La patente del primer tinte sintético, la anilina morada.

Malva de Perkin y moda
Y que recordemos no vino de la mano de la quinina, no.

Perkin no curó la enfermedad de la malaria, pero el descubrimiento de su serendípico hallazgo químico tuvo mucha repercusión en diferentes ámbitos del saber humano.

Uno de ellos, ya lo saben, el de la moda.

Por fuera el motivo que fuera, su nuevo color violeta y sus diferentes tonalidades, resultaron ser de lo más ‘fashion’ en la sociedad inglesa de la segunda mitad del XIX.

Incluso se recuerda -perdonen pero les hablo de memoria y no recuerdo en este momento el año-, lo que se dio en llamar el “verano púrpura”.



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