jueves, 12 de septiembre de 2024

Física cuántica e Impresionismo. La ciencia al servicio del arte (1)

(Continuación) Por así decirlo la discontinuidad se transforma en continuidad cuando se observa desde la perspectiva correcta y la visión adecuada, algo que los impresionistas comprendieron que el ojo hacía, transformando la luz que penetra en su interior mediante un sinfín de fenómenos ópticos.

Planck y discontinuidad

Un camino que de alguna manera en 1895 emprendió el físico alemán Max Planck (1858-1947) quien para explicar los resultados obtenidos en un experimento que no hace al caso, optó por una vía nada convencional y supuso que la luz no era un continuo sino que estaba compuesta por diminutas partículas de energía llamados cuantos.

Una interpretación que para él y sus colegas era solo un artificio matemático teórico cuyos resultados se ajustaban a los empíricos, pero que no se correspondía con la verdadera naturaleza de la luz, que no estaba formada por elementos discontinuos, ¡cómo lo iba a estar!

Les pasó igual que al público que observaba con detenimiento las primeras obras impresionistas, no veían a penas nada, la distancia no era la adecuada. Me gustan las teorías de la relatividad y cuántica, porque no las entiendo. D. H. Lawrence.

Einstein y discontinuidad

Una naturaleza de la luz continua que diez años después no compartió un joven físico, Albert Einstein (1879-1955), quien en uno de los cuatro artículos que publicó en 1905, annus mirabilis, retomaba la idea de la discontinuidad, los paquetes o cuantos de luz, el punto de inicio de la mecánica cuántica.

Ciertas magnitudes físicas, que mayoritariamente hasta entonces habían sido consideradas continuas, entre ellas la energía, pasaban a ser ahora discontinuas, discretas o cuánticas, lo que trajo no pocas consecuencias nada imaginables y entendibles para la mayoría de los hombres. Creo que puedo decir sin temor a equivocarme, que nadie entiende la mecánica cuántica, Richard Feynman.

Y así las partículas ya no eran bolas sólidas sino funciones de onda que, como en la obra de Seurat, difuminaban las fronteras y los contornos, diluyendo así la noción estricta de forma; la naturaleza, al igual que un cuadro puntillista, al ser observadas desde una determinada escala, no permiten captar las individualidades, las manchas, las discontinuidades que la componen. (Continuará)

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