[Esta entrada apareció publicada el 03 de julio de 2020, en la
contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden
leer]
Esta frase significó el comienzo del
particular vía crucis educativo de una de nuestras lenguas clásicas, el
maltrecho Latín, y se remonta a los tiempos del inefable ministro
José Solís, aquel simpático cordobés que abanderó en las Cortes
franquistas, la promoción y fomento del deporte en el bachillerato.
Una idea a la que no se le puede poner una sola pega, si no fuera porque lo
hizo en detrimento del latín que, a su buen entender y saber, era poco menos
que una lengua muerta.
Fue en esas mismas Cortes donde el buen hombre
espetó la susodicha, ya un clásico, y donde obtuvo una pronta y no menos
clásica respuesta. Cuentan que tras su intervención, muy tranquilo y desde su
escaño, el profesor Adolfo Muñoz le respondió con un vibórico: “Deje
el señor ministro en paz al latín, que gracias a él, ustedes, los de Cabra, se
llaman egabrenses”. Una cuestión de gentilicio que, bien vista, es de
agradecer, aunque se sea un ignaro en esos menesteres.
Pero volviendo a la cita, lo sabemos por la
historia, a pesar de la ocurrente e ingeniosa respuesta del profesor, por
desgracia, ganó el señor ministro si bien, por fortuna, se acabó el régimen
franquista, con lo que el egabrense no pudo rematar su empeño de enterrar el
latín, vaya lo uno por lo otro. Y en esas estábamos cuando llegó la ministra de
Educación Mercedes Cabrera, y como el comandante, la Cabrera mandó
parar.
Hasta aquí hemos llegado, Latín y Griego
son lenguas muertas y hay que enterrarlas, todo sea por la educación ciudadana
de los alumnos logseros, digo yo que debió pensar, ‘Alea jacta est’. Ni
que decir tiene que puso manos a la obra, y lo que no pudo la dictadura
franquista en los antañones, lo logró la democracia zapaterina en los amenes.
Toda una perversidad pedagógica inducida.
Y pensar que esta mujer es sobrina-nieta del
físico Blas Cabrera, quien allá por 1923 trajo a España, nada menos que
a Albert Einstein, quién lo diría. Pero es lo que tiene la evolución,
que no siempre significa progreso. Bueno, al menos, los de Cabra se llaman
egabrense, algo que bien sabe Carmen Calvo, docente y política española,
que a veces suele tener sus ‘lapsus linguae’, precisamente el último de
la vicepresidenta ha desencadenado estas líneas.
Me refiero a la respuesta que dio (“No hay
que restituir lo que no ha existido”) a la pregunta de un miembro de la
oposición acerca de lo que pensaba hacer el Gobierno para “restituir la
credibilidad” de las instituciones del Estado. Y ella, de Cabra que es, se dejó
caer con semejante perla. También es suya “El Rocío es la explosión de la
primavera en el Mediterráneo”.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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