(Continuación) Ya ven pequeñitas y sin embargo drogadictas. Les cuento cómo
se lo montan.
Formica Sanguínea y Lomechusa strumosa
Por la mirmecología -rama de la entomología que estudia a los insectos
y que a su vez es una de las ramas de la zoología,
a esto lo llaman ‘ciencia bachillera’, la del colegio- por ella les decía, me
refiero a la mirmecología, que se ocupa del estudio de las hormigas, sabemos
que una de estas “drogatas” es la especie Formica Sanguínea.
Se trata de una de las más de veinte mil (20 000) especies, algunas sin
descubrir aún, que en la actualidad, segunda década del siglo XXI, se estima
que pueden existir en nuestro planeta.
Pues bien, las tales sanguíneas tienen en sus ciudades-hormigueros a unos
invitados a los que las obreras cuidan a cuerpo de rey, proporcionándoles
cuidados y alimentos que regurgitan expresamente para ellos.
En su caso se trata del coleóptero Lomechusa strumosa, un género que
tiene la capacidad de secretar un líquido ad
hoc por la punta de su abdomen y los pelos (tricomas) de sus alas
anteriores (élitros).
Pero no un líquido cualquiera claro, si no de qué su éxito entre la
hormiguería. Sus efectos son similares a los del alcohol, la marihuana y
otras drogas del estilo, y las sanguíneas lo saben. Vaya si lo saben.
Bien claro que tienen que no es el mutualismo
(simbiosis en la que ambos
organismos se benefician) con los pequeños pulgones
de cuya secreción, la ligamaza, se alimentan. Unos insectos hemípteros de los
que por ahora diremos que nada tienen que ver con las pulgas.
Nuevas
incógnitas
Un comportamiento con el escarabajo, que abre nuevas incógnitas sobre el complejo
mundo conductual de las hormigas, unos animales que por otro lado, desde la
antigüedad, han fascinado a los observadores de la naturaleza.
No sé por qué extraño mecanismo mental se me ha venido a la memoria
mientras escribía estas líneas, la magnífica fábula de ‘La cigarra y la hormiga’
¿Un aviso del subconsciente, quizás? ¿Una incógnita más a resolver?
Incógnitas en plural porque para empezar, las sanguíneas, se dan tanto al
vicio que llegan a descuidar a la prole. Una conducta que sin duda no parece un
avance evolutivo o sí, porque ¿Puede ser que el simple hecho del uso de esa
droga, suponga un adelanto en su especie?
Nuestra hormiga en particular, y por extensión los animales en general, ¿se
drogan sin querer o se drogan porque les gusta hacerlo? Si nos guiamos por las
evidencias lo cierto es que todas apuntan a lo segundo, a un consumo
intencional.
De manera apabullante el animal insiste en la repetición de esa conducta, a
pesar de que implique algún riesgo para su vida. Trato de decirles que, hasta
donde sabemos, el consumo de drogas ¡es la regla, y no una desviación!
¿Por qué? ¿Qué sentido tiene entonces la evolución? ¿Qué detalle se nos
escapa?
Por último una incógnita más. Este comportamiento de las hormigas es un caso
realmente excepcional, los animales no suelen “cultivar” sus drogas o
“apacentar” animales para que se las produzcan ¿Por qué ellas?
En breve seguimos con otros animales y sus drogas favoritas.
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