Para empezar se instalaron seis (6) máquinas en distintas localidades de la
periferia de la capital británica de las que, como bien saben, la primera en
entrar en funcionamiento fue la de la oficina de Enfield, el 27 de junio de 1967. El día que nos ha
traído hasta aquí.
Y por la documentación existente sabemos que desde ese primer día, en dichas
sucursales se empezó a ver un comportamiento nuevo y extraño en algunos de sus
clientes. Resulta que entraban en el banco y adquirían un cheque, con el que
salían para introducirlo en el cajero que estaba en la fachada.
Tras ser reconocido el cheque por el terminal gracias a su impregnación
radiactiva, a continuación tecleaban cuatro (4) dígitos que solo ellos conocían
y, en pocos segundos, se obraba el milagro. La máquina les entregaba la
cantidad fija de diez libras esterlinas (10 £), en concreto diez (10) billetes
de una libra (1 £)
¿Podía haber mayor modernidad que esa? ¿No estaba cerca del milagro? ¿Hasta
dónde podría llegar el hombre? ¿Lo haría a la Luna, o más allá?
Como se pueden imaginar, si bien al principio hubo algún que otro problema
de vandalismo, en poco tiempo el invento del cajero fue todo un éxito para la
entidad bancaria que supuso, no ya una revolución en la estructura bancaria de
la época, algo del todo inevitable y previsible, sino también un cambio
drástico en la forma de relacionarse el hombre con el dinero.
Algo inevitable
también pero quizás no tan previsible, es tan compleja la ciencia de la
sociología.
Del
cheque y la radiactividad
Del cheque ya saben que estaban previamente emitidos por la entidad Barclays,
que tenían un valor determinado y máximo de diez libras esterlinas (10 £), que se
adquiría en la oficina del banco que en el mismo momento de la entrega te
descontaba dicha cantidad de tu cuenta, y que estaban impregados de una
sustancia radiactiva a base del isótopo
14 del elemento carbono (C).
Una actividad nada peligrosa, sobre la que Shepherd-Barron intentó despejar toda duda cuando, en cierta
ocasión manifestó: “Tendría que comerme más de 136 000 cheques de este tipo,
para que tuvieran algún efecto sobre mi salud”. Bien.
Y poco más que añadir por mi parte. Del elemento químico carbono-14 y del
fenómeno de la radiactividad hay
numerosos enroques así que no les canso, y de cómo ha evolucionado la tecnología
desde los tiempos del DACS, seguro que saben ustedes mucho más que yo.
Como nos dice la letra zarzuelera la ciencia avanza avanza que es una
barbaridad, aunque en realidad lo hace a un ritmo vertiginoso. Hace medio siglo
no existían los cajeros automáticos y en la actualidad hay, ¿cuántos millones?
Y en el ínterin nos hemos habituado a las tarjetas de crédito, a la banca
electrónica, a comprar por internet e incluso al pago directo a través del
móvil. Lo dicho, la ciencia avanza que...
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