En esta entrega me limitaré a desarrollar algo más y en orden cronológico,
lo ya apuntado sobre los dos últimos estudios asociados en este siglo, a las
observaciones orbitales de los objetos
transneptunianos (TNO) y transneptunianos
extremos (ETNO). Empezamos con el primero de ellos.
CIT y TNO
O lo que es lo mismo, el Instituto
Tecnológico de California o Caltech
y los objetos transneptunianos. Él es una de las más destacadas instituciones a
nivel mundial que están dedicadas al desarrollo de la ciencia, la ingeniería y
la investigación.
Fundada en 1891, cuenta entre sus antiguos alumnos y profesores nada menos
que con treintaiun (31) premios Nobel de las diferentes especialidades
científicas reconocidas por este galardón, a saber: Física, Química, Medicina y
Economía.
Precisamente de unos de sus laboratorios procede la hipótesis sobre la
existencia del Planeta Nueve,
anunciada a principios del año pasado y que por sus cálculos tendría: una
cantidad de materia o masa unas diez
(10) veces mayor que la de nuestro planeta y estaría situado a una distancia
media de setecientas unidades astronómicas (700 UA).
Su existencia la basaban en la extraña distribución y perturbaciones de las
órbitas de los objetos transneptunianos
(TNO, por sus siglas en inglés) del cinturón de Kuiper, y que ellos
relacionaban con la acción gravitatoria de un Planeta X (X de desconocido) en los confines del Sistema Solar.
Objetos
transneptunianos
O transneptúnicos (TNO). Con este término se designa a
todos aquellos cuerpos de nuestro sistema solar cuya órbita se encuentre, parcial
o totalmente, más allá de la del planeta Neptuno.
Por ejemplo, entre otros, son transneptunianos el cinturón de Kuiper y la nube
de Oort.
Pues bien las anomalías de sus órbitas hicieron pensar a los del CIT, que se podrían deber a la interacción gravitatoria que sobre
ellos realizaba un nuevo planeta desconocido hasta entonces. En realidad la
idea no es nueva, pues parte de la capacidad predictiva que tiene la Teoría de Gravitación Universal (1687)
de Isaac Newton.
Así es como, por las perturbaciones en la órbita del planeta Urano, los astrónomos Leverrier y Adams concibieron de forma simultánea e independiente, la
existencia de otro planeta desconocido hasta la fecha. Que existía y de hecho fue
bautizado con el nombre de Neptuno.
Tres cuartos de lo mismo fue lo que pasó cuando las distosiones observadas en
las órbitas de Urano y Neptuno condujeron al descubrimiento de un nuevo planeta,
Plutón. Un nuevo miembro del
club que por razones que no hacen ahora al caso, con el tiempo dejó de
pertenecer a él.
Estas cosas pasan, incluso entre planetas.
Proyecto
OSSOS
Pero el del Caltech no era el
único proyecto que andaba detrás del planeta nono. El franco-canadiense-hawaiano
OSSOS
(Outer Solar System Origins Survey) realizó también sus propias
observaciones de las órbitas de los TNO, y que además habían dirigido de forma
sistemática hacia las mismas regiones del cielo.
Ellos fueron los primeros que detectaron los sesgos observacionales y naturalmente, por pura lógica, pensaron
que cualquier otro grupo los tendría también casi seguro, como el de Caltech.
Fue pensado, comunicado y compartido: acierto pleno.
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