(Continuación) Quizás el reconocimiento más valorado socialmente, pero no el único que recibió. Un año más tarde, en 1965, recibió la Orden del Mérito Británico, siendo la segunda mujer en recibirla, tras la fundadora de la enfermería moderna, Florence Nightingale (1820-1910).
Unos años más tarde, en 1969, definió la estructura de la insulina, culminando así una investigación realizada a lo largo de tres décadas. Los detalles de su estructura ayudaron a descifrar la función de esta vital hormona.
Y así otros muchos descubrimientos y reconocimientos.
Nexos curiosos o “este mundo es un pañuelo”
Al menos eso dicen. Que este mundo es un pañuelo. Un dicho con el que se quiere expresar que no es tan grande como parece.
Y que no es infrecuente que se produzca una coincidencia, o que exista un lazo que nos una a algo o a alguien en un momento dado y en un lugar determinado, por muy raro que nos parezca.
Un saber popular que podría tener cierto fundamento científico en la hipótesis conocida como los Seis grados de separación, y según la cual cualquiera de nosotros, en este planeta, puede estar conectado a otra persona, a través de una cadena de conocidos.
Un grupo de seres humanos que no superaría el número de cinco (5), estando entonces las personas conectadas por solo seis uniones o grados; de ahí su nombre, lo seis grados de separación. Lo que en román paladino viene a ser, este mundo es un pañuelo.
Leo que esta idea apareció por primera vez en Chains, un cuento del escritor húngaro Frigyes Karinthy. Una idea que, a veces, parece que es cierta y se cumple. Y a modo de evidencia curiosa les traigo el nexo de la cristalógrafa con una política: nada menos que la primera ministra británica, Margaret Thatcher.
Al parecer, los muchos y delicados momentos políticos que tuvo que vivir la dama de hierro, los solía sobrellevar relajándose con la ingesta de alguna que otra copa de un añejo güisqui escocés con soda.
A los amantes de los detalles decirles que la marca de la soda la ignoro y que, el nombre del escocés, no me “suena” ahora mismo. Pero lo cierto es que así, es como dicen algunos que se relajaba la primera ministra. Claro que a saber.
Y también cuentan que recuperaba las energías “consumidas” mediante la aplicación en el trasero, de una inyección de vitamina B12. Ya saben, una que se extrae del pescado y los huevos, y tiene como finalidad la de fortificar los glóbulos rojos.
Sí, es lo que está pensando. Se trata de la misma vitamina a la que Dorothy determinó su estructura unos años antes. Un nexo curioso.
Otras curiosidades
Pero no único. No es éste, la única relación entre las dos mujeres. Muy pocos saben que la Thatcher fue alumna de la Crowford en la universidad.Pero esa es otra historia. Y ésta está llegando a su fin.
En cualquier caso, y cada una por sus méritos, Thatcher y Hodgkin, Hodgkin y Thatcher ¡Qué dos mujeres!
A propósito de los nobel, no les dije antes que el de la Hodgkin fue el tercero y último que, en Química, ha recibido una mujer. Los dos primeros lo obtuvieron Marie Curie en 1911 e Irene Joliot-Curie en 1935. Madre e hija.
Tampoco les mencioné que ella es la séptima mujer que ha recibido un Premio Nobel en Ciencias, de un total de once (11). Un número más que exiguo si lo comparamos con el de los hombres.
Por último, y porque estas cosas pasan, un vínculo más.
Los lectores atentos del blog habrán caído en la cuenta de que la Thatcher ha sido enrocada recientemente a propósito de su aparición en una historia divulgadora sobre el bosón, el bosón de Higgs.
Bueno, ahora sí que acabo. Sin duda alguna, Dorothy Crowford Hodgkin (1910-1994) fue una
HACEDORA DE LA CIENCIA
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